Política

Trump: 100 días frente a la eternidad

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Los humanos necesitamos de símbolos para marcar el inexorable paso del tiempo y darle también un sentido a las cosas: trinidades, jubileos y efemérides que forman, cada vez, una estructura en la que nos podemos reconocer.

Los 100 días de algo—un nuevo gobierno, un palacio que ha comenzado a edificarse, una vía férrea en construcción o, ya en la esfera personal, la flamante rutina en el gimnasio, la heroica abstinencia luego de años enteros de desaforado alcoholismo o el período sobrellevado tras la desaparición de un ser querido— son siempre una referencia.

Justamente, Donald Trump acaba de cumplir 100 jornadas en el cargo y un ejército de comentaristas ha emprendido globalmente la tarea de hacer un balance provisional de sus desempeños.

Las evaluaciones no son nada elogiosas ni mucho menos. Y sí, sabemos ya de lo pernicioso de sus aranceles, vislumbramos los ominosos signos que se ha encargado de dibujar en el horizonte económico y nos inquieta grandemente la querencia autoritaria del sujeto, por no evocar su ofensiva patanería.

El tema, hablando justamente de plazos y aniversarios, es que el hombre no estará ahí eternamente, así sea que uno de sus oscuros designios sea transmutarse en dictador vitalicio.

Por lo pronto, tendrá que dejar la Casa Blanca dentro de cuatro años (menos 100 días). Constatada esta realidad, podemos cuestionar la efectividad concreta de sus amenazas, castigos y disposiciones. Porque, miren ustedes, la industria y el comercio operan con sus propios vencimientos y ocurre, por ejemplo, que la construcción de una planta armadora de coches o el reacondicionamiento de un puerto marítimo o la relocalización de cadenas de aprovisionamiento no son empresas que se puedan completar, digamos, en tres meses, en un año o en dos.

Imaginen ustedes entonces que alguna de las grandes ensambladoras de autos en México decidiera abandonar sus instalaciones y mudarse enteramente al vecino país del norte. Le tomaría, digamos, tres años (siendo optimistas) al cabo de los cuales la llegada de otro presidente sería inminente. Ese nuevo mandatario, entre varias de sus cualidades, podría ser un ferviente partidario del libre comercio y desmantelar de tajo el entramado de los aranceles.

Tantos esfuerzos, entonces, ¿para llegar a esto?

Eso sí, Trump no tendría que perpetuarse como un supremo dictador. Al tiempo…


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Román Revueltas Retes
  • Román Revueltas Retes
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  • Violinista, director de orquesta y escribidor a sueldo. Liberal militante y fanático defensor de la soberanía del individuo. / Escribe martes, jueves y sábado su columna "Política irremediable" y los domingos su columna "Deporte al portador"
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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