Ha estallado un morrocotudo escándalo. La bicicleta en la que se desplaza la más reconocida y popular de los aspirantes a encabezar la “construcción” del Frente Amplio por México —por favor, no insinuemos siquiera que se trata de una competición para ser designado(a) candidato(a) presidencial porque el INE, así de acobardado como se pueda encontrar frente a las arremetidas del oficialismo y así de consintiente (y permisivo) que se haya vuelto luego de que el denostado Lorenzo Córdova dejara la presidencia del organismo, el tal INE, repito, pudiere ponerse peleón y sancionar fatalmente a las fuerzas opositoras por enmascarar con eufemismos sus designios de no dejar que el oficialismo le coma el mandado al haber sido todavía más descaradamente eufemístico— la bici de Xóchitl, me permito reiterar luego de otra más de las parrafadas que suelo asestarle a los pacientísimos lectores, resulta que la venden en los comercios especializados en 36 mil superpesos mexicanos.
¿Les parecía a ustedes ejemplar y ejemplarizante, aparte de simpático, que doña Xóchitl se desplazara en un medio de transporte no contaminante y amigable con el medio ambiente en vez de arribar a sus destinos en una de esas Suburban que tripulan sus pares de la casta política?
Pues no, miren. Resultó ser una fifí, la mujer: anda en un armatoste electrificado que los individuos de clases populares de este país no podrán jamás adquirir y, a partir de haberse permitido ella tan ofensivo lujo, su condición no es ya la de una india (no se acostumbra ya este término sino el de “indígena”, menos altisonante, pero lo escribo, con perdón, para meter ruido) entrañable sino el de una clasemediera con aspiraciones, una traicionera de sus raíces.
El pobrismo propalado por el actual régimen alcanza ya proporciones de pandemia. Pero, sobre todo, sirve de válvula de escape al resentimiento y se vuelve, en automático, una sentencia acusatoria endosable a todo aquel que, fuera de la militancia de la 4T (ser adherente basta para portar, sin problema alguno, relojes de 50 mil dólares), se haya podido pagar, gracias al dinero ganado con el sudor de su frente, una bici bonita.
O sea, no se fijen, por favor, en las opulencias exhibidas por los de Morena. Señalen a Xóchitl, ahí sí.