Política

¿Hasta dónde van a llegar las cosas?

Esto apenas comienza. O sea, lo de una Xóchitl bien plantada en el ruedo y lo de una oposición organizada que no parece ya desempeñar un papel meramente testimonial y lo de unas tales mentadas corcholatas que no entusiasman al respetable y, en fin, lo de un arroz que no se ha cocido todavía, para coronar esta parrafada con el desenfado que imprime el lenguaje coloquial.

Si advertimos desde ahora una evidentísima crispación en las filas del oficialismo y si retumban ya tambores de guerra, pues es que las cosas se pondrán todavía mucho más candentes en un futuro inmediato.

Hay quienes anticipan escenarios verdaderamente tremebundos cuando las papeletas de las urnas evidencien el triunfo de las fuerzas opositoras en 2024. Porque será, miren ustedes, la victoria de los “conservadores” corruptos. ¿Quiénes, de hecho? Pues, los que se oponen a una “transformación” que ha dejado a millones de mexicanos pobres sin servicios de salud, que ha apostado por los combustibles fósiles cuando el mundo entero transita hacia las energías limpias, que se ha desentendido de procurar seguridad a los ciudadanos y, para no seguir ya con tan engorrosa enumeración, que está dejando pasar la oportunidad de que México se convierta en el gran proveedor mundial de productos manufacturados y tecnologías gracias a su ventajosa ubicación geográfica.

Los agoreros del desastre avisan de que el gran timonel de la 4T no reconocerá los resultados de las elecciones y de que nuestras Fuerzas Armadas —no habiendo sido enviadas de vuelta a sus cuarteles ni tampoco disueltas de tajo (al no guerrear Estados Unidos Mexicanos con ningún extraño enemigo) como se prometía en las pasadas campañas electorales, sino provistas de codiciados negocios y provechos— van a respaldar al régimen benefactor para no perder sus privilegios, así sea que los aeropuertos y las líneas aéreas no aporten demasiados dineros a las arcas castrenses (pero las aduanas y los puertos sí, suponemos).

Tan apocalíptica perspectiva no es compartida, ni mucho menos, por una mayoría de los estadounimexicanos pero la belicosidad de las huestes del oficialismo se exacerba cada día más en un país que ya de por sí está pagando la costosísima factura del divisionismo propalado por los emisarios del poder.

Cuando llegue la hora de que las riendas de la nación sean llevadas por una persona conciliadora, tomará de cualquier manera mucho tiempo la restauración de la armonía social que tan urgentemente necesitamos. La tarea de reconstrucción será titánica —en lo institucional, lo social y lo meramente operativo— y uno pensaría, entonces, que quienes están actualmente al mando se inclinarían más bien por desentenderse de tan abrumadora empresa, por simple comodidad.

Pero no. El poder es su mina de oro. Y así, advertidos de que van a perder el tesoro, se aprestan a batallar ferozmente. La gran pregunta: ¿hasta dónde van a llegar? 


Google news logo
Síguenos en
Román Revueltas Retes
  • Román Revueltas Retes
  • [email protected]
  • Violinista, director de orquesta y escribidor a sueldo. Liberal militante y fanático defensor de la soberanía del individuo. / Escribe martes, jueves y sábado su columna "Política irremediable" y los domingos su columna "Deporte al portador"
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.