Así como criticamos, en su momento, a personajes y políticos del PRI, del PAN y del PRD, de la misma manera señalamos, los escribidores de artículos de opinión, las cosas que no nos parecen ahora que manda el régimen de doña 4T.
‘Brozo’, el mentado “payaso tenebroso”, le endilgaba a Enrique Peña el mote de “Henri monster” cuando ocupaba la presidencia de la República y se burlaba abiertamente de su augusta persona. Pues bien, el supremo mandatario de la nación mexicana nunca se refirió públicamente a Víctor Trujillo para denunciarlo como un adversario o como el lacayo de quién sabe qué grupo de poder.
Peña, Calderón y Fox fueron siempre muy desestimados en las páginas de la prensa. Apechugaron, sin embargo, con la entereza que se les supone a los hombres de Estado y nunca utilizaron la tribuna más poderosa de la nación para arremeter contra sus críticos.
Pero, justamente, ¿cuál pudiere ser la razón por la cual cuestionamos los quehaceres del actual Gobierno? ¿Los impugnadores somos peones de alguien más, respondemos a intereses obligadamente espurios y servimos causas ocultas?
En el oficialismo parecen tener muy claras las motivaciones de quienes no se adhieren a la gran causa de la “transformación” y los calificativos que merecen estos últimos hablan por sí mismos: los críticos son “conservadores”, están al servicio de la antigua “mafia del poder”, son “clasistas y racistas” y, ya en la más extrema (e inquietante) postura de intolerancia, cosechan la infamante condición de “traidores a la patria”.
Tales son los adjetivos que les son endosados a los opositores, incluidos no sólo quienes ejercen profesionalmente el pensamiento crítico sino también los simples simpatizantes de las tradicionales fuerzas políticas. Los más sectarios prosélitos de Morena no se han enterado, al parecer, que millones y millones de mexicanos siguen apoyando al PRI, que el PAN cuenta igualmente con un enorme número de seguidores en todo el territorio nacional y que en el PRD militan personas perfectamente honorables a las cuales no se les puede atribuir el marbete de “enemigos” por no haberse sumado a las filas de la referida 4T.
El divisionismo que promueven nuestros gobernantes es absolutamente nefario y tóxico para la sociedad mexicana. En fin, volviendo a la interrogante sobre los motivos que cualquiera de nosotros pudiere tener para volverse un crítico del actual estado de cosas y descartando que las reprobaciones debieren resultar obligadamente de una servidumbre a los más bajos provechos, el punto es que un régimen que tiene en sus haberes la muerte de un millón de conciudadanos, que ha dejado sin medicamentos y sin servicios de salud a los sectores sociales más desfavorecidos, que ha consentido la escalofriante expansión de la criminalidad y que pretende demoler las instituciones de la República, un régimen así despierta… críticas.