El señor E. Lozoya, según nos cuentan, hubiera hablado en su momento de que tiene ciertos videos muy comprometedores en su poder. Servirían para incriminar a los implicados en las corruptelas que tuvieron lugar durante el reinado de los priistas bajo el mando de Enrique Peña y, muy seguramente, para llevarlos a juicio, aunque no podemos todavía determinar el valor probatorio de ese material, desde el punto de vista estrictamente legal, ni anticipar si los presuntos participantes terminarán en la cárcel.
Las investigaciones derivadas del affaire Lozoya parecieran dirigirse a involucrar también a Felipe Calderón —o, por lo menos, a algunos de sus funcionarios más cercanos— y, en lo que toca a las huestes del Partido Acción Nacional, tenemos ya, por lo pronto, un video en el que los asistentes de un par de senadores blanquiazules reciben talegas de billetes en los tiempos, supuestamente, en que se negociaban las reformas estructurales. ¿Para qué era ese dinero? ¿De la parte de quién? No lo sabemos. Ya nos lo dirán los fiscales, pero lo que sí nos queda muy claro, aquí y ahora, es que la publicación de la escena en una de las redes sociales fue programada con una calculada intencionalidad para afectar a los principales rivales políticos del régimen de la 4T.
Algunos comentaristas han dicho que es un asunto de “fuego amigo”. O sea, que detrás de la difusión del video estarían algunos panistas interesados, digamos, en descarrilar una posible candidatura presidencial de Francisco Domínguez, el muy exitoso gobernador de Querétaro. No es demasiado precisa la equiparación porque el término se refiere a los disparos o proyectiles lanzados de manera accidental contra las propias fuerzas militares. Aquí no habría nada amigable, encima, sino todo lo contrario. Pero el tema es otro y nos lleva a la primerísima pregunta que debemos hacernos: ¿quién tenía ese material, para empezar? Es evidente que no fue filmado por la gente que ahora milita en Morena. Más bien, uno pensaría que fueron los propios operadores de Enrique Peña, individuos como el mismo Lozoya, quienes lo hicieron. Y, ahora, a ese episodio tan oportunamente registrado le saca partido... ¡el actual gobierno! O sea, que nadie sabe para quién trabaja. De veras que no.