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Rubiales y la ‘marca España’

No le bastó al tipo con agarrarse los huevos, en el palco de honor al lado de la Reina Letizia y la Infanta, para celebrar –muy a su manera, o sea, con la combativa vulgaridad del patán de barriada— el triunfo de la Selección Femenil Española de Futbol en el Mundial de Australia y Nueva Zelanda 2023 sino que después, en el momento de la premiación, tomó de la cabeza a Jennifer Hermoso, una de las jugadoras, y le plantó un beso en la boca.

Se ha comentado ya mucho el episodio: se escenificó ahí, ante millones de espectadores, el más tosco machismo; el gesto fue desaforadamente abusivo en tanto que no fue consentido por ella; y, sobre todo, se trató de la imposición de un individuo que sacó provecho de su condición de alto directivo. Es decir, el presidente de la Federación española de futbol, de nombre Luis Rubiales, se arrogó con toda desfachatez el despotismo de un jerarca.

Menos se ha dicho que hay espacios y ocasiones para todo. El beso en los labios ocurre entre personas que han celebrado previamente un pacto, por así decirlo, de intimidad admitida. Y no siempre se aproximan los amorosos ni exhiben tampoco públicamente sus ternuras o pasiones.

En un estadio se puede besar una pareja delante de las cámaras, desde luego. Pero, justamente, son novios o esposos y si ella es la entrenadora y él, su marido, juega bajo su tutela, el beso entre los dos en el momento de levantar la copa será algo tan natural como apreciado inclusive por los espectadores.

Otra cosa, sin embargo, es que un sujeto convierta la intimidad en una suerte de hazaña personal o, en todo caso, que se sienta autorizado para practicar travesuras sexuales con una persona con la que no hay relación amorosa alguna. Y, todavía peor: siendo un mandamás futbolístico todopoderoso.

Podría el escándalo haber quedado ahí, como una obra de teatro de un solo acto, pero el perpetrador decidió volver al escenario para empeorar todavía más las cosas a punta de insolencias y acusaciones. O sea, que estamos hablando de un individuo de la especie que no se ha enterado todavía de que los tiempos han cambiado, de que la propia España pretende ser una nación moderna y de que los hombres de rancio machismo tuvieron ya fecha de caducidad.

El mentado Rubiales es, en efecto, un anacronismo en sí pero hay que entender algo más: el tipo opera de tal manera porque su Federación es un ente privado, poblado de caciques y directivos corruptos, que no le rinde cuentas a nadie. La altivez y la procacidad son entonces marcas de la casa. Una vez más, nos damos cuenta de lo necesarísimos que son los mecanismos de control y los contrapesos para mantener los equilibrios. La decencia no brota siempre de manera espontánea.

Lo que hubiera debido ser una jubilosa celebración se convirtió entonces en una suerte de vergüenza nacional. España, de pronto, ya no fue parte de la Europa evolucionada sino, respondiendo a los prejuicios de siempre, un oscuro terruño en el que el triunfo de unas chicas estupendas y valerosas se volvió asunto de machos blandiendo groseramente sus testículos.

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Román Revueltas Retes
  • Román Revueltas Retes
  • [email protected]
  • Violinista, director de orquesta y escribidor a sueldo. Liberal militante y fanático defensor de la soberanía del individuo. / Escribe martes, jueves y sábado su columna "Política irremediable" y los domingos su columna "Deporte al portador"
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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