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Otra vez, el culebrón de siempre del Tri

La selección nacional es… una obsesión nacional. En Estados Unidos Mexicanos somos tan futboleros como los demás pueblos de este planeta (a excepción de los habitantes de Estados Unidos de América, desde luego, cuya excepcionalidad no solo se manifiesta en ese derecho a poseer rifles de asalto que tan airadamente reclaman, sino en rasgos culturales tan exclusivos que el soccer les resulta mucho más ajeno que su futbol de ellos; un deporte, por cierto, que han logrado exportar a medias a pesar del impacto mundial del mentado Super Bowl) y, consecuentemente, los desempeños de los jugadores del Tri están siempre en la mira de millones de compatriotas.

Pues, miren, hemos vuelto a vivir, una vez más, el acostumbrado trance de denostar y vilipendiar al equipo que nos representa ante las demás naciones. No alcanzó la clasificación al tórrido Mundial de Qatar de manera demasiado gloriosa –ni mucho menos “caminando” como en los tiempos en que la pequeñez competitiva de nuestros rivales en la Concacaf nos facultaba para exhibir la más insolente soberbia, algo que ya no nos podemos permitir porque los antiguos segundones han mejorado sustancialmente– pero, caramba, ahí vamos a estar y en los estadios árabes van a resonar las trepidantes notas de nuestro Himno Nacional.

El tema es que en el vecino país del norte existe, a pesar de todos los pesares, una afición compuesta por nostálgicos y fidelísimos paisanos que, en cuanto comienza apenas a correr la noticia de que el Tri se va a enfrentar a algún equipo de otras latitudes –el que sea, poco importa– se lanzan apresurada y entusiasmadamente a comprar entradas para apoyar a sus connacionales. O sea, que es un negocio. Y, digo, no pasa nada, no es algo como para desgarrarse las vestiduras.

Pero, qué caray, cuando en el menú de los foráneos se aparece un invitado como Uruguay, el espectáculo como que ya no está enteramente garantizado, por lo menos en lo que toca a festejos y triunfalistas celebraciones. Y eso, lo de tener enfrente a un contrincante de ligas mayores y no sólo no mostrar tamaños sino carecer totalmente de empuje, eso, la afición –la que está afincada en Arizona o la que vive en Tepito– no lo digiere.

Y vuelven las críticas y las frases denigratorias: le llueven ahora las arremetidas al Tata Martino pero antes fueron vilipendiados casi todos los directores técnicos, por una razón o la otra. Es el mismo cuento de siempre, señoras y señores.

Pero, eso sí, vamos al Mundial.

Román Revueltas Retes


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Román Revueltas Retes
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  • Violinista, director de orquesta y escribidor a sueldo. Liberal militante y fanático defensor de la soberanía del individuo. / Escribe martes, jueves y sábado su columna "Política irremediable" y los domingos su columna "Deporte al portador"
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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