Inicia otro ciclo escolar bajo la batuta de la 4T, las administraciones anteriores al mandato de López Obrador, fueron sumamente incapaces de llevar por buenos cauces la tarea más importante de una nación, educar a su niñez y juventud.
La previa de Peña Nieto realizó una Reforma Educativa que se centró en temas de control administrativo burocrático y laboral, con la finalidad de minar la calidad pedagógica de la acción fundamental del magisterio.
Sobre este aspecto nada propuso, sino que se dedicó a organizar un mazacote incongruente de modelos educativos, mezclando teorías incluso contradictorias que solo causaron desorientación en el trabajo en las aulas, sin previa capacitación porque no había materia que divulgar para unificar la labor educativa de la nación.
Tiene sus orígenes en la pésima elección de los Secretarios de Educación; teniendo más de un millón de personas, que forman el contingente del magisterio nacional, muchísimas con estupendos perfiles académicos, incluso con postgrados cursados en instituciones nacionales y extranjeras, y con probada calidad en su ejercicio profesional, escogieron a los peores para cumplir esa magnánima tarea. Hubo un tiempo de consistencia, cuando el país, independientemente del valor de la propuesta, seguía un modelo educativo y pedagógico, fuera el conductismo o la pedagogía derivada de la aplicación de la propuesta de Piaget y Vygotski y otras variaciones desprendidas de éstas de carácter constructivista basadas en la investigación y comprensión escolar según los estadios de desarrollo y socialización aplicados a la construcción del perfil de mexicanos que prescribe socio democráticamente nuestra Constitución.
Ciertamente los secretarios de educación no eran estrictamente brillantes, pero sus equipos técnicos lograron organizar una propuesta guiadora que permitiera un referente para orientar y evaluar la labor docente, que también ciertamente se logró con medianía; pero había al menos un común en el pensamiento del profesor.
Pero el desastre llegó con la 4 T, el primero no soportó la ignorante y necia visión del presidente; renunció; luego llegó la nulidad absoluta con Delfina Gómez y peor con Leticia Ramírez sin más mérito que ser incondicionales del presidente. Seis años desperdiciados en materia educativa.