La usura es un monstruo, es una hidra; designa múltiples prácticas que hace difícil establecer los límites entre lo lícito y lo ilícito. Lo más elemental establecería que la usura es la imposición de un interés por alguien que presta dinero en operaciones en que no cabe el interés.
En los siglos XII y XIII, ya se discutía a la luz de los preceptos cristianos y cuando el capitalismo no sentaba sus reales:”Si prestares dinero al pobre de entre mi pueblo que habita contigo, no serás logrero, ni exigirás interés” (Éxodo XXII); “Yahvé ¿Quién habitará en tu tabernáculo? ¿Quién residirá en tu santo monte?
El que anda con integridad y obra justicia [ ]
El que no presta su dinero a interés” (Salmo XV). San Anselmo (Siglo XII) asimila la usura con el robo, especie de rapiña prohibida por el cuarto mandamiento.
El Código de Derecho Canónico (S. XIII): La usura es todo aquello que se exige a cambio de un préstamo más allá del bien prestado mismo; Practicar la usura es un pecado prohibido por el Antiguo Testamento y en el Nuevo Testamento. Santo Tomás: “Recibir una usura por dinero prestado es en sí injusto, pues se vende lo que no existe, con lo cual se instaura manifiestamente una desigualdad contraria a la justicia”.
Con el tiempo el poder del dinero fue doblegando esta filosofía y se fue permitiendo cobrar intereses, siempre y cuando no fueran, injustos; así quedó en el campo de la moral definir cuál es un interés injusto. Como la avaricia no es contenida, los estados han tenido que regular el monto del interés permitido más allá de las leyes de la oferta y la demanda.
En México que sufrimos como en el porfirismo una banca mayoritariamente extranjera, a complacencia del Estado y del gobierno, los bancos se surten con la cuchara grande. Si comparamos lo que cobran en sus propios países donde sí los controlan, vemos que por esos mismos servicios cobran aquí un promedio del 97 % más; y de intereses, ni se diga, más del 100%.
En Coahuila el Código Penal en su artículo 430, prohíbe cobrar más que el interés de los bancos; esto para regular las casas prestamistas que abusan de los pobres y son competencia a los propios bancos. Pero quién controla a los bancos, nadie. Se excusan en las “leyes” de la oferta y demanda del dinero y sangran al pueblo al extremo con permiso de la autoridad. Se requiere un cambio de inmediato, no dentro de tres años.