Política

La 4T y el ataque al Capitolio

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Es muy significativo que el gobierno de la 4T y sus principales ideólogos, viejos y jóvenes, no hayan condenado abierta y tajantemente el ataque de las hordas trumpistas al Capitolio, sede de la representación popular del pueblo estadunidense.

Se han dedicado en cambio a criticar a los medios, a las redes sociales, a quienes claman por la defensa de la democracia en contra del fascismo. Sus argumentos se refieren a los muchos millones de seguidores de Trump como capas populares que justificadamente cuestionan al establishment y al poder constituido y, en el fondo, elogian al trumpismo como una expresión política que amplía las bases de la democracia. Llegan incluso a respaldar, en un acto reflejo, los absurdos e infundados reclamos de Trump y muchos miembros del Partido Republicano acerca de un supuesto masivo fraude electoral. Lo curioso es que en toda su argumentación nunca aparecen los rasgos racistas, intolerantes, retrógradas, populistas y fascistoides de dicha expresión política. Como que, de repente, nuestros revolucionarios de la 4T se olvidaron que aquel es un grupo que está en el poder y que desde allí ha generado las políticas más anti-migrantes de que se tenga memoria, que son los que tienen como bandera política la construcción del muro para frenar a los mexicanos y centroamericanos, a quienes ellos consideran delincuentes, solo por el hecho de ser indocumentados. Se olvidan también de las permanentes amenazas que llevaron a la modificación del Tratado de Libre Comercio, en favor por supuesto de la economía estadunidense y de que es un gobierno ultraconservador por cualquier lado que se le quiera ver, sea el de su visión religiosa, de su misoginia rampante, de su política de seguridad militar y policial, como de sus limitaciones a los derechos humanos, particularmente los sexuales y reproductivos.

En cambio, el primer reflejo de nuestros bravos dirigentes de la 4T es cuestionar a los medios de comunicación y a las redes sociales, que de repente se han vuelto sospechosas por el gran atrevimiento de bloquear las cuentas de quien arengó a la turba e incitó a la violencia, siendo por ello el responsable de por lo menos cinco muertes. Y entonces tenemos a nuestros revolucionarios de la 4T defendiendo lo indefendible, es decir a un aspirante a dictador que quiso prolongarse en el poder a pesar de que tanto el colegio electoral como el voto popular lo declararon perdedor y por mucha diferencia de votos.

La razón principal de esa defensa es doble. Por un lado, lo cierto es que los seguidores de la 4T se ven reflejados en el espejo del trumpismo. Ambas son expresiones políticas populistas, que odian al mundo moderno y liberal, incluidos el pluralismo, la democracia y la capacidad crítica. Por eso detestan a la prensa libre y la libertad de expresión, por eso desconfían de los científicos y de todos aquellos que no se someten a sus amenazas o a su poder, cuando lo alcanzan. Y por eso se resisten a aceptar su derrota, cuando todavía hay condiciones para que ésta suceda, como afortunadamente pasó en EU. Por eso (esa es la otra razón), en el fondo, siguen defendiendo a Trump. Porque es igualito a ellos.

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Roberto Blancarte
  • Roberto Blancarte
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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