Política

Obras de misericordia

Hasta el fin de semana pasado, a la sombra del puente internacional entre Ciudad Acuña, Coahuila, y Del Río, Texas, unos 15 mil haitianos acampaban en espera de pedir asilo. Hay países en el mundo que tienen mal fario, y luego está Haití: la longeva y feroz dictadura de los Duvalier fue seguida por gobiernos breves y enclenques, medianamente democráticos y completamente ineptos, rematados por el terremoto de 7 grados Richter que sufrieron el 12 de enero del 2010 y que les desmoronó la de por sí pobre infraestructura como si fuera hojarasca. No se habían levantado de esa cuando este pasado julio un magnicidio les arrebató al presidente Jovenel Moïse, y en agosto fueron golpeados por otro sismo de 7.2 grados.

Estas catástrofes, más la caída de las economías en los países vecinos y los falsos rumores de la benevolencia del nuevo presidente en Washington, empujaron a los hijos de Toussaint L’Ouverture hacia el norte, algunos desde el mismo Haití y los más desde sus refugios temporales en otras partes de Latinoamérica. El periplo les tomó, en algunos casos, meses a pie, y poco les duró el gusto: este fin de semana la policía migratoria gringa cerró esa garita y los arrió como ganado, a caballo y con fusta, hacia aviones de regreso rumbo a Port-au-Prince. Cerca de un millar entre quienes pudieron escapar enfilaron para Monterrey, presentándose ante la delegación local del Instituto Nacional de Migración, saturando albergues, acampando en las calles y creándole a Nuevo León una crisis humanitaria inesperada e inusual; el arzobispo pidió ayudarlos y El Bronco llamó a no denostarlos, pero recalcó que “los gobiernos no tenemos dinero para enfrentar este tipo de contingencia” y pidió mejor crearles un campamento cerca del puente fronterizo de Colombia.

Temo por los haitianos: para el visitante de ocasión sin duda Monterrey, siendo una ciudad moderna, eficiente y de trabajo, aparenta ser un buen sucedáneo de las ciudades justo al norte del río Bravo. Pero los migrantes no pueden saber que tolerar la diferencia no es precisamente un valor regio, y que acoger a mediano o largo plazo a extranjeros de idioma incomprensible y piel tan oscura no será asunto de enchílame otra carne asada.

@robertayque

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Roberta Garza
  • Roberta Garza
  • Es psicóloga, fue maestra de Literatura en el Instituto Tecnológico de Monterrey y editora en jefe del grupo Notivox (Notivox Monterrey y Notivox Semanal). Fundó la revista Replicante y ha colaborado con diversos artículos periodísticos en la revista Nexos y Notivox Diario con su columna Artículo mortis
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