Política

El paso al norte

Hace casi exactamente 11 años recibimos en la frontera norte uno de los grandes campanazos del horror que se vendría en el tránsito de México hacia un narcoestado en forma. Lo sucedido la noche del 23 de agosto de 2010 en San Fernando, Tamaulipas, asombró por su dimensión: acomodados en largas filas a lo largo de las paredes de block de una bodega abandonada yacían los cadáveres de 72 migrantes. Lo supimos porque uno de los baleados, el ecuatoriano Luis Freddy Lala, no murió, logrando llegar hasta un retén del Ejército para anunciar que, en su camino de Veracruz al norte, su grupo había sido secuestrado: la madre del salvadoreño Carlos Osorio Parada recibió ese día la última llamada de su hijo desde “algún punto en Monterrey”. En sus dos camiones fueron llevados a la bodega y allí les dieron la opción de morir o de trabajar para los Z. Solo uno aceptó, y 58 hombres y 14 mujeres fueron asesinados. En el año siguiente, cerca de 200 cadáveres más fueron descubiertos entre Tamaulipas y Nuevo León en fosas clandestinas.

Cuatro años después, en mayo de 2014, los mismos Z asesinaron y desmembraron a 43 hombres y a 6 mujeres, quitándoles brazos, piernas y cabezas para arrojar los torsos, con recado anexo para los rivales, en la carretera entre Monterrey y Reynosa, a la altura de Cadereyta. La identificación de los restos fue imposible, pero al no haber reporte alguno de desapariciones masivas en Nuevo León, Veracruz o Tamaulipas no es descabellado asumirlos como migrantes. En esa misma zona, hace apenas unos días, 327 caminantes, casi la mitad de ellos niños, fueron rescatados del interior de una casa de seguridad del crimen organizado en condiciones infrahumanas: hacinados, hambrientos y sucios. Pero, al menos, vivos.

En paralelo a lo anterior, la Guardia Nacional, en vehículos militares y portando armas largas, agarró en Tapachula a macanazos y a patadas a migrantes que intentaban cruzar la frontera sur, porque México tiene a cerca de 15 mil elementos destacamentados entre Chiapas y Guatemala para impedirle a los ilegales su paso al norte. En la zona de la muerte de Nuevo León, donde los narcos torturan y matan sin ser molestados, el número no llega ni a tres mil.

Roberta Garza

@robertayque


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Roberta Garza
  • Roberta Garza
  • Es psicóloga, fue maestra de Literatura en el Instituto Tecnológico de Monterrey y editora en jefe del grupo Notivox (Notivox Monterrey y Notivox Semanal). Fundó la revista Replicante y ha colaborado con diversos artículos periodísticos en la revista Nexos y Notivox Diario con su columna Artículo mortis
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