Política

Con uno que salga bueno

Ayer fue el aniversario del discurso articulado por Martin Luther King Jr. en 1963, sobre las escaleras del Monumento a Lincoln. Apenas ocho años antes, un mismo 28 de agosto, Emmett Louis Till, un muchachito negro de 14 años, fue desfigurado a golpes y ahogado luego de haber sido señalado por Carolyn Bryant, la dueña de una tienda de abarrotes local que muchos años después confesaría haber mentido, de haberla ofendido. Los agresores fueron absueltos sin mayores consecuencias, detonando una reacción en cadena que 100 días después llevaría a Rosa Parks a negarse a ceder su asiento en el autobús y años más tarde a King a imaginarse en un país donde se juzgue a los hombres por el temple de su carácter y no por el color de su piel.

También ayer, la jueza Tanya Chutkin, quien lleva el caso relativo al asalto al Capitolio el 6 de enero y a la concertada intentona de revertir ilegalmente el resultado electoral por parte del ex presidente Trump, le comunicó a éste que ese juicio, que el agente naranja quería posponer hasta 2026, comenzaría el 4 de marzo de 2024.

Ese no es el único escollo entre quien hoy encarna todo lo que Luther King veía como amenaza mortal para la República —la supremacía blanca, el patriarcado misógino y la autocracia populista— y su regreso al poder. Hace apenas unas semanas la fiscal del estado de Georgia, Fani Willis, le fincó a Trump cargos similares en el estado sureño. Willis hizo que, como cualquier otro acusado, Trump fuera hasta Atlanta a entregarse, a dejar sus huellas digitales y a ser fichado.

Luego están los documentos supersecretos que Trump sustrajo ilegalmente de la Casa Blanca, y que guardaba sin seguridad alguna en el baño, en la sala de fiestas y en las bodegas de su hotel y casa de Florida, Mar a Lago. La indagatoria es llevada por Jack Smith, el mismo fiscal que encabeza la investigación alrededor del 6 de enero y que hasta hace poco se dedicaba a perseguir criminales de guerra en el tribunal de La Haya.

El cuarto caso es el criminal de Manhattan, donde el fiscal Alvin Bragg lo acusa de falsear las declaraciones de sus gastos para encubrir su affaire con la estrella porno Stormy Daniels. Quizá este sea el más endeble, o el único endeble; los otros tres, los de más gravedad y consecuencia, han dejado entrever que llevan la suficiente solidez como para, si el proceso legal sigue su curso sin sabotajes, refundir a Trump en la cárcel por los años que le restan.

Es falso que Trump encabece alguna encuesta creíble de cara a 2024. Sin embargo, la brecha entre él y el presidente Biden es estrecha, y lleva una ventaja indiscutible en la precandidatura del Partido Republicano, uno que ha elegido abrazar de lleno la posverdad corrupta, violenta y tóxica que diario vomita Donald Trump. Así, en Estados Unidos la lucha por el poder en este 2024 que viene no será, como de costumbre, entre conservadores y liberales, ni entre izquierdas y derechas, sino entre democracia y fascismo.

Al margen de lo que pase en las cortes, temo que, a pesar del camino avanzado en estos 60 años, la unión americana sigue teniendo tanto de sueño como de pesadilla.


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Roberta Garza
  • Roberta Garza
  • Es psicóloga, fue maestra de Literatura en el Instituto Tecnológico de Monterrey y editora en jefe del grupo Notivox (Notivox Monterrey y Notivox Semanal). Fundó la revista Replicante y ha colaborado con diversos artículos periodísticos en la revista Nexos y Notivox Diario con su columna Artículo mortis
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