El último día de diciembre de 2022 se cerró la extensión que el estado de California concedió a las víctimas de abuso sexual para abrir procesos que de otra manera serían inviables por la prescripción de los delitos. El periodo extraordinario responde a que las víctimas, sobre todo cuando son menores, tardan años, a veces décadas, en procesar los ataques en su contra; las atenciones del sacerdote, del maestro o del pariente son vistas como bendiciones, y no es raro que, cuando denuncian, no sean creídos, o incluso sean castigados por osar ofender a quien, a los ojos de los adultos a su derredor, tanto cariño les ha mostrado.
Luego de años de abuso, y mediante el control férreo que el perpetrador crea cuando la familia y la comunidad se vuelven por acción u omisión cómplices de sus crímenes, no es inaudito que el violador induzca a su víctima al reclutamiento. Lo vimos cuando Lauren Salzman, principal lugarteniente de Keith Raniere, se quebró en el estrado al confesar que por dos años encerró y torturó a Daniela Fernández, y lo volvimos a ver cuando Alondra Ocampo, violada a los 8 años por Samuel Joaquín, se deshizo en el banquillo de los acusados frente a las niñas que ella le preparó a Naasón Joaquín.
El 30 de diciembre de 2022, una de las últimas denuncias en ser recibidas por la fiscalía de California fue la que presentaron dos mujeres anónimas. Según el parte, en la década de los 90, en Los Ángeles, Gloria Trevi, Sergio Andrade y Mary Boquitas, aka María Raquenel Portillo, abusaron física y sexualmente de ellas. La demanda es civil, y lo descrito en la deposición inicial corta el aliento: privación de comida, tortura psicológica constante, golpes y azotes, prohibición de usar el baño y, por supuesto, gratificar a Andrade cada que éste lo pedía. Las mujeres acusan que Treviño y Portillo las reclutaron cuando eran sus pequeñas fans, llenándolas de atenciones y prometiéndoles una brillante carrera musical. Una vez lejos de sus familias se las ponían al sátiro, justificándolo después como algo normal, incluso como un enorme privilegio para ellas, chantajeándolas a la permanencia y al silencio.
Trevi pasó 4 años en la cárcel a raíz de una primera demanda contra el grupo, presentada en México en el 2000 por la familia Yapor, hasta que los cargos fueron desechados por falta de pruebas; no precisamente la total exoneración alegada por Treviño, quien luego recuperó enteramente su fama y su carrera. Andrade desapareció de la vida pública. La cantante sostuvo a su ex mánager con todo, negando cualquier mala conducta del grupo, hasta 2018, cuando finalmente admitió que a sus 15 años ella misma fue manipulada y abusada; la descripción de sus viejos daños, por cierto, es muy similar a la citada hoy por las Jane Does. En días pasados, de la mano de Camille Vásquez —ex defensora de Johnny Depp—, Treviño misma lanzó una demanda en Estados Unidos contra su anterior mánager y torturador.
Ojalá le baje hasta la camisa. Pero hasta que no se conozca a cabalidad el papel que ella jugó en la dupla del terror que formó con él, lo mismo se le puede desear a las Jane Does.