Claudia Sheinbaum, jefa de Gobierno de la capital, no quiso antes que entraran las fuerzas armadas a la Ciudad de México. Sabe que las personas a las que gobierna son alérgicas a que los verdes patrullen sus avenidas.
Así que el ingreso de 6 mil militares, vestidos de guardias nacionales, a las instalaciones del Metro de la ciudad solamente puede explicarse por circunstancias extraordinarias.
Guillermo Calderón, director general del Metro, razona esta extraña circunstancia a partir de expresiones tan crípticas que desesperan: “se trata de hechos atípicos e inusuales que la Fiscalía de la CdMx se encarga de investigar”.
No seré yo la primera persona en proponer hipótesis descabelladas. La primera —en extremo incómoda a la hora de verbalizarla— haría suponer que, por razones políticas, hay un grupo terrorista que está provocando estos “accidentes” con el propósito deliberado de descarrilar las aspiraciones políticas de Sheinbaum.
Si esta hipótesis se revelara correcta, más nos valdría imitar al Nigromante quien solía decir que el puerto de Veracruz era su lugar favorito solo porque por ahí podía uno expatriarse.
La otra hipótesis no excluye el sabotaje, pero parte de motivaciones distintas. Quien primero sembró una pieza clave de información fue el líder del sindicato del Metro. Fernando Espino advirtió que dentro de las instalaciones hay, desde hace tiempo, una operación de robo hormiga de los cables de cobre que alimentan los distintos servicios.
Este mismo líder sindical niega en redondo que los salteadores sean integrantes del sindicato que él comanda. Sin embargo, es difícil suponer que puede haber un hurto creciente de cobre en el Metro sin que sus trabajadores se den cuenta. Se entiende que Espino esté obligado a defender a sus representados, pero será la fiscalía quien determine quiénes son las personas realmente responsables y no cabe descartar que se trate justamente de personal inscrito en la nómina del gobierno capitalino.
Zoom: si no es terrorismo es robo de cobre. En cualquier caso, se trata de sabotaje a una infraestructura vital para la seguridad nacional. Por eso habría ingresado la Guardia Nacional a la capital, la cual requería de algo más que una circunstancia “atípica” para pisar la sensibilidad antimilitarista chilanga.
@ricardomraphael