Política

Contra el aborto un manifiesto conservador

Personas protestan en Washington Square Park contra la decisión en el caso Dobbs vs. Jackson. AFP
Personas protestan en Washington Square Park contra la decisión en el caso Dobbs vs. Jackson. AFP

La resolución de la Corte Suprema estadunidense aprobada el día de ayer respecto del aborto refunda al conservadurismo occidental a partir de un manifiesto ideológico y emocional que interpela con eficacia a un conglomerado nutrido de seguidores.

En esa resolución se cuestiona la noción misma de libertad a partir de una relectura arbitraria del pasado y de un supuesto origen mítico que, de acuerdo con sus promoventes, habría sido traicionado. 

Este texto propuesto a sus colegas por el magistrado Samuel A. Alito, y que mereció una mayoría aprobatoria de seis votos contra tres, no debe ser juzgado meramente a la luz de una moda pasajera en el poder judicial estadunidense, sino como un peligroso punto de inflexión al que muchas sociedades contemporáneas van arribando con mansedumbre.

Sería equivocado leer el episodio únicamente desde su epidermis. La resolución Dobbs vs. Jackson, como se conoce a la decisión de volver a criminalizar la interrupción voluntaria del embarazo en los Estados Unidos, viaja más lejos que la cita electoral del próximo mes de noviembre para elegir entre demócratas y republicanos, rebasa también los discursos político-religiosos de Donald Trump, quien pomposamente se atrevió a declarar que Dios tuvo que ver con esta decisión judicial, o con los llamados coyunturales que hace el presidente Joe Biden para que el pueblo corrija en las urnas lo que la Corte descompuso con su martillo.

Visto con frialdad, debajo de toda esa pirotecnia hay un rosario de argumentos cuidadosamente dispuestos para alimentar en el tiempo la meseta del resentimiento social y el divorcio pronunciado de las identidades políticas. Sobre esa extensa planicie se asoma, además de la satanización del derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo, una disputa que opone libertades legítimas frente a otras señaladas como artificiales, el divorcio de la religión y la ciencia, la guerra por el origen del patrimonio civilizatorio, el menosprecio por la igualdad entre la mujer y el hombre, y fundamentalmente, el repudio a la evolución de los derechos ciudadanos que transformaron al mundo durante los últimos 70 años, es decir, desde el fin de la Segunda Guerra hasta nuestros días. 

En la resolución Dobbs vs. Jackson el magistrado Alito se pregunta por qué tendría validez el derecho a abortar si éste no está inscrito en la Constitución estadunidense. Agrega que tampoco aparece mencionado entre las condiciones de igualdad propuestas en la decimocuarta enmienda, la cual fue aprobada con posterioridad a la guerra civil que libró ese país para abolir la esclavitud. 

Sin embargo, en 1973 esa misma Corte emitió la sentencia Roe vs. Wade que legalizó el aborto en todo el país con el argumento constitucional de que, por interpretación conforme y actualizada, el gobierno no debía interferir con la privacidad de las mujeres. Diecinueve años después, la misma instancia profundizó sobre tal decisión, con la sentencia conocida como Planned Parenthood vs. Casey. 

Pues la sentencia Dobbs vs. Jackson aprobada ayer expulsó del sistema constitucional a ambas resoluciones. El razonamiento utilizado es tan rigorista como limitado, pero conduce a temer por muchos otros derechos que se fueron incorporando con el tiempo a la legislación estadunidense, tales como el de sostener relaciones consentidas con personas del mismo sexo o el matrimonio homosexual.

Para ilustrar entre derechos originales y los que la nueva Corte considera como derechos impostados o advenedizos, el juez Alito refiere a la vez a la libertad de los ciudadanos estadunidenses para portar armas y al suicidio asistido. Mientras la primera fue explícitamente conferida por los padres de la Constitución, el segundo —afirma el magistrado— no tiene asidero histórico. Referirse al tema de las armas obviamente no fue obra del azar. Es uno de los elementos que mejor cohesionan a la ideología neoconservadora.

De caer en la trampa rigorista, los derechos de igualdad entregados a la mujer tampoco habrían de considerarse. El segundo párrafo de la Constitución estadunidense afirma que “todos los hombres fueron creados iguales y que fueron dotados por su creador con una serie de derechos inalienables”. 

Como bien recordó en su día la difunta magistrada Ruth Bader Ginsburg, habría sido preferible una modificación que incluyera la palabra “mujeres” en ese párrafo, para asegurar que nadie con malas intenciones fuese a torcer la realidad. Sin embargo, esa omisión no impidió que en 1920 se otorgara el voto a las mujeres y que a partir de esa fecha se haya desarrollado un cuerpo amplio de normas dispuestas para asegurar la igualdad entre los sexos. 

Con todo, el exceso de Alito y compañía, sobre el pedigrí histórico de las libertades, obliga a preguntarse cuántos otros derechos, incluido el de la igualdad entre los sexos, podrían ser destronados a partir de Dobbs vs. Jackson. En efecto, la ola de destrucción tiene fuerza para arrasar con buena parte del entramado de derechos nacidos durante el siglo XX y lo que va del XXI. 

En su sentencia Alito hace un viaje en el tiempo y se atreve a afirmar que, desde el siglo XIII, en occidente se definió el aborto como un crimen que merecía ser fuertemente castigado.

Cabría preguntarle al magistrado cómo sabían los habitantes de aquel siglo que una mujer estaba embarazada antes de que el producto de la gestación comenzara a moverse en su vientre, lo cual no ocurre antes de finalizar el segundo trimestre. Algo, aunque sea un poco, ha avanzado la ciencia durante los últimos 800 años y lo mismo habría de esperarse del derecho. 

No obstante, para Alito, antes de Roe vs. Wade, hubo un paraíso que esa resolución errada vino a destruir. “Durante 185 años,… cada estado de la Unión podía regular la materia de acuerdo con el punto de vista de los ciudadanos, pero en 1973 la Corte arrebató esa potestad a las legislaturas locales”.

Si bien la resolución Dobbs vs. Jackson hace una defensa del federalismo porque con ella las legislaturas locales recuperarán potestad para regular el derecho al aborto según la voluntad de sus propios votantes, el lenguaje y los argumentos ahí utilizados tienen menos interés por el federalismo que por ganar una batalla ideológica y cultural. 

Hay un cálculo obvio sobre lo que vendrá, a partir de esta decisión, en el mediano plazo sobre la disputa política por el poder. El país vecino continuará rompiendo los lazos entre sus regiones, entre mujeres y varones, entre los más jóvenes y quienes no lo son, entre grupos humanos, entre orígenes y modos de vida. Con esta decisión la Corte de Estados Unidos entregó a sus políticos más oportunistas un manifestó conservador frente al cual posicionarse de manera radical. Ese era el objetivo.

Ricardo Raphael

@ricardomraphael


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Ricardo Raphael
  • Ricardo Raphael
  • Es columnista en el Notivox Diario, y otros medios nacionales e internacionales, Es autor, entre otros textos, de la novela Hijo de la Guerra, de los ensayos La institución ciudadana y Mirreynato, de la biografía periodística Los Socios de Elba Esther, de la crónica de viaje El Otro México y del manual de investigación Periodismo Urgente. / Escribe todos los lunes, jueves y sábado su columna Política zoom
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