A los argumentos que previamente justificaban la sustitución de Joe Biden, en la candidatura presidencial demócrata, se suman ahora las consecuencias políticas del atentado de Pensilvania.
A partir del sábado pasado será imposible para el actual mandatario alzar la voz con contundencia para contradecir a Trump. Mientras tanto, el mártir republicano estará libre para hacerlo de manera implacable.
La fotografía que ha ocupado la conversación es aquella en la que Trump levanta el puño, con sangre en la mejilla, mientras detrás suyo ondea la bandera de las barras y las estrellas.
¿Quién podría combatir electoralmente a ese sobreviviente que llamó a ganar la pelea segundos después de haberse sobrepuesto a la conmoción?
Juegan en contra de Biden el rosario de teorías conspirativas —sin importar cuán absurdas parezcan— en prácticamente todas las conversaciones.
Entre los actores señalados como responsables está el Servicio Secreto, que habría permitido al joven de 20 años, Thomas Matthew Crooks, subir con un rifle de asalto a la construcción desde donde perpetró su crimen.
Como con el magnicidio de John F. Kennedy, en 1963, corren igualmente suposiciones que involucran a la CIA como el cerebro de una operación planeada para eliminar al virtual abanderado presidencial del partido Republicano.
Aunque no hay ninguna pista que lleve a pensar lo contrario, será complicado convencer al público estadunidense de que Crooks actuó en solitario y todavía más difícil aceptar que perpetró el atentado como respuesta al discurso irascible y polarizante promovido por Trump.
En prácticamente todos los escenarios de la especulación, la candidatura presidencial de Joe Biden sale perdiendo.
Las personas sugestionadas con la idea de que hubo una conspiración orquestada por las agencias del Estado colocarán al presidente como responsable. Se sumarán aquellas que de manera alevosa asumen el atentado como un acto perpetrado desde el campo contrario. En cambio, aunque también existen, no tendrán resonancia las hipótesis del autoatentado.
Zoom: este evento trágico colocó a Trump en posición de héroe político y lastimó gravemente las aspiraciones de Joe Biden. Lo segundo no va a cambiar, pero el partido Demócrata está aún a tiempo de proponer a alguien distinto, alguien que, sin la misma mordaza, pueda dar la pelea en los comicios de noviembre.