Política

A romper el falso paradigma de la superioridad masculina

  • Opinión fundada
  • A romper el falso paradigma de la superioridad masculina
  • Ricardo Corona

“Todas menos mi mamá” es una de las respuestas que en automático ha dado una infinidad de niños cuando en la escuela, cuadra, equipo, familia o cualquier otro grupo, surge algún albur, burla o comentario que involucre a la mujer. Quizá la explicación más simple al por qué reaccionan así es: porque pueden y porque no tienen mecanismo alguno que impida el arribo de esa manera de comenzar a ver al hombre como un ser naturalmente superior a la mujer. Sin embargo, todo se agrava cuando, al cabo de los años, crecen y el entorno en el que lo hacen define en gran medida el nivel de arraigo que tendrá durante toda su vida esa manera de pensar.

Se ha dicho en diversos espacios que la violencia contra las mujeres no es cosa nueva, que las mujeres también son violentas, que hay hombres que sufren violencia de mujeres. Sin embargo, la historia ha mostrado que la violencia contra la mujer ha estado siempre presente. Basta con recordar que el próximo 15 de marzo se cumplen 500 años de que una esclava náhuatl de 15 años llamada Malinalli (Malitzin) fue regalada a los conquistadores españoles por los indígenas tabasqueños. Pero que antes de haber sido regalada, ya había sido robada y vendida por los suyos. Hoy, a cinco siglos de distancia en los que México ha visto surgir, entre otros, derechos humanos, perspectiva de género, paridad o igualdad ante la ley, el problema persiste y no es ajeno escuchar que en diversas partes del país se registren prácticas que van desde acoso y violencia (laboral, económica, psicológica, etc.), hasta el intercambio de mujeres por dinero o por animales.

El reto hoy ya no es entender el problema. Queda claro y se refrenda cada día cuando, desgraciadamente, se viraliza alguna de las miles de tragedias que ocurren como, entre otras, una niña arrojada desde un puente en una carretera después de ser objeto de prostitución infantil, de un hombre que apuñaló a su esposa múltiples ocasiones o una estudiante que fue atacada en el baño de la escuela. ¿En qué momento llegamos a estos niveles de violencia contra la mujer?

La atención a este problema colectivo debe ser abordada desde dos puntos. El primero es el individual. Cada padre, hermano, primo, esposo, amigo o novio que a su vez sea empresario, servidor público, estudiante, deportista, etc. tiene que responderse si de niño fue educado para romper la lógica de un falso paradigma de superioridad masculina que hoy permite que su mamá, abuela, hija, sobrina, novia, esposa o amiga corra el riesgo de ser víctima de un clima de violencia que lamentablemente no muestra indicios de mejora. Si no se hace, habrá instituciones, leyes, sanciones, linchamientos, héroes anónimos, pero el origen seguirá vigente. El segundo punto es abordar el problema desde lo colectivo. Colaborar desde ámbitos complementarios la exigencia de espacios libres de violencia contra la mujer, aprovechando todos los recursos que existan para ello. Sería maravilloso ver que todas las voces que se sumarán el próximo 9 de marzo, vayan acompañadas por mujeres y hombres que respalden denuncias y acciones que pongan permanentemente en evidencia las condiciones con que se garantiza justicia a las mujeres víctimas de violencia. Que todo vaya más allá de un día sin mujeres y que la indiferencia e impunidad tengan consecuencias reales, que el país sepa en su conjunto que no hay otra opción.

* Abogado especialista en análisis de políticas públicas en materia de justicia y estado de derecho.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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