La alimentación no te hará más lista, pero sí más concentrada y más despejada, me dijo el neurogastroenterólogo Eduardo Cerda. A mi empleador le debería interesar mucho mi salud digestiva si espera un crecimiento en mi productividad.
El intestino y el cerebro tienen una comunicación bidireccional que impacta la salud mental y física. Este eje entre el sistema nervioso y el gastrointestinal influye en el estado de ánimo, el nivel de estrés, nuestra función cognitiva y, claro, la salud digestiva.
La productividad —lograr más con los mismos recursos o lo que un trabajador puede producir en una hora de trabajo— depende de múltiples factores, desde tener un liderazgo inspirador hasta la salud mental. De hecho, un estudio de Deloitte comprobó que las organizaciones con iniciativas concretas para proteger o promover la salud mental y el bienestar emocional de su fuerza laboral alcanzan un retorno sobre la inversión seis veces mayor que las que no lo hacen gracias a una mejora en el rendimiento laboral de los colaboradores. ¿Pasaría algo similar si se analizara la salud digestiva?
La microbiota es el conjunto de bacterias, virus o protozoos que habitan el intestino y que enseña al sistema inmunológico cómo funcionar. Hay cerca de 300 enfermedades relacionadas con desórdenes en la microbiota que incluyen padecimientos neurodegenerativos, oncológicos, infecciosos, psiquiátricos y metabólicos. Un ejemplo es la correlación entre una dieta alta en azúcares refinados y el deterioro de la función cerebral, según Harvard Health, e incluso una afectación en los síntomas de trastornos del estado de ánimo como la depresión. La depresión o un cáncer tienen efectos en la productividad de cualquier sociedad.
La productividad necesita crecer 4.8 por ciento al año para que un país tenga un crecimiento económico sostenido, según McKinsey Global Institute. México es uno de los países con menor productividad laboral versus otros miembros de la OCDE, y en 2024 la tasa de crecimiento fue de menos 0.4 por ciento. Mientras en Irlanda cada hora trabajada se traduce en 162.5 dólares, en México se logran solo 24 dólares.
“Tenemos que ver a los alimentos con su capacidad de sanar o enfermar”, dijo la doctora especializada en nutrición clínica María Fernanda Huerta en Notivox Foros, que se suma a la afirmación del doctor Eduardo: “Somos lo que comemos y el intestino es considerado el segundo cerebro”. No hay más, la alimentación de cada colaborador debería ser de interés para toda empresa. Y la pregunta clave es: ¿sabe usted, querido lector y querida lectora, cuáles son los hábitos alimenticios de sus colaboradores?, ¿en su negocio han hecho para mejorarlos?
Si queremos productividad hay que ponerle atención al intestino.