Ya no habrá más bebidas alcohólicas sin presentar una identificación de mayoría de edad en UberEats. El objetivo de la alianza anunciada ayer con la Comisión para la Industria de Vinos y Licores (CIVyL) es que los jóvenes no puedan comprar en línea y recibir productos destinados para mayores de 18 años.
Este tipo de alianzas estratégicas permiten innovar, responder con mayor velocidad, solucionar ciertos dolores, escalar y tener impacto. Son, también, una forma de autorregulación en el mundo de los negocios.
La industria detrás de CIVyL equivale a 166 actividades económicas, la generación de 136 mil empleos directos. Es la voz de 11 empresas —Bacardi, Beam Suntory, BLN, Brown Foreman-Casa Herradura, Campari, Casa Cuervo, Diageo, Pedro Domecq, La Madrileña, Moët Hennessy y Pernod Ricard— que tan solo en 2022 representó 21 mil 897 millones de pesos en IEPS.
Detrás de UberEats hay unos 50 mil establecimientos, de los cuales seis de cada 10 son pequeñas y medianas empresas mexicanas, y 200 mil conductores o repartidores cuyos ingresos dependen de lo que el cliente quiere comprar y recibir sin ir a un establecimiento físico.
Trabajar de la mano puede ser un punto de inflexión en el acceso de adolescentes a bebidas alcohólicas, sobre todo si se suman otras plataformas como DiDi o Rappi.
Esta suerte de autorregulación entre privados busca promover el cumplimiento de ciertas normas y, sobre todo, de adherirse a una responsabilidad social. Es cierto que la autorregulación puede ser efectiva porque las empresas privadas tienden a ser más flexibles, puede ser una estrategia para ahorrar recursos a la autoridad gubernamental y hasta lograr que competidores tengan un fin común, pero la realidad es que el eslabón más complejo de toda la cadena está en los consumidores y los repartidores.
La CIVyL y la aplicación pueden asegurarle al repartidor que si no comprueba la mayoría de edad de quien recibe el pedido de bebidas alcohólicas, podrá regresar el producto al establecimiento sin cargo, costo o problema alguno, pero si las manos que entregan y reciben el producto no hacen conciencia de que la compra de bebidas alcohólicas debe ser solo para mayores de edad que presenten una identificación, el acuerdo quedará como una buena intención. Aquí es donde entramos usted y yo, estimado lector, querida lectora, seamos quienes muestran su identificación al recibir pedidos de la aplicación, seamos la repartidora que no deja bebidas alcohólicas en manos de un adolescente, seamos los adultos responsables en la transacción. Tengo dos hijos pequeños, uno de ellos entrará a la adolescencia en breve y mi tranquilidad estará en, como dijo ayer Maribel Quiroga, presidenta ejecutiva de CIVyL, que podamos caminar juntos a favor del consumo responsable.