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Los Juegos de la paz

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  • Raúl de la Cruz

El 12 de octubre de 1968 José Raúl era apenas un niño de 12 años que por primera ocasión observaba por la televisión la inauguración de unos Juegos Olímpicos. En su hogar no existía ese maravilloso aparato porque los recursos no se lo permitían, por lo tanto, recurría con su padrino a ver el televisor con un costo de veinte centavos.

En ese entonces, todos los viernes acudía a ver la lucha libre. Sin embargo, por primera ocasión se tenía programada la inauguración de los juegos del deporte. Por primera ocasión iban a ser televisados vía satélite, entonces llamado “pájaro madrugador”. En mayo de 1960 inició la televisión en Guadalajara con el canal 2 XEWO-TV como estación local. El 21 de agosto de 1961 inició el canal 4 con la insignia de XHG-TV en blanco y negro. Fue así como José Raúl vio sus primeros Juegos. Desde el primer instante quedó extasiado, embelesado por las imágenes del desfile los deportistas. Le llamó la atención el encendido del pebetero olímpico, que por primera ocasión lo encendía una mujer: Enrique Basilio.

Ajeno a todos los implementos tecnológicos que se usaron José Raúl vivió al máximo las transmisiones desde la soberbia inauguración hasta la clausura. Ajeno a los momentos históricos del país, fue testigo cómo los asistentes abuchearon al presidente de la República Gustavo Díaz Ordaz. El pueblo de México lo hacía responsable de la matanza del 2 de octubre en Tlatelolco como consecuencia del movimiento estudiantil. Si bien es cierto, que por el jalisciense Guillermo González Camarena, los Juegos se transmitieron a color en la casa del padrino de José Raúl aun no tenían acceso a las televisiones a color.

Asombrado, el 16 de octubre, durante la ceremonia de premiación de los 200 metros, los medallistas Tommie Smith (oro) y John Carlos (bronce) realizaron el saludo del poder negro en protesta por la segregación racial en Estados Unidos. El ganador de la plata, Peter Norman, los apoyó al portar la insignia del Proyecto Olímpico para los Derechos Humanos. Brincó de alegría con las hazañas de Felipe Tibio Muñoz en la natación; de Ricardo Delgado y Antonio Roldán en boxeo; se le hinchó el pecho hasta lo más profundo de su corazón cuando el sargento Pedraza en un alarde de coraje y esfuerzo llegó a la meta del estadio Olímpico para ganar la plata en la caminata.

José Raúl estaba hipnotizado por el deporte, desde ese día se planteó la meta de estar presente “algún día”. No lo logró como deportista, pero acudió como periodista hasta 1996 en Atlanta.

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