Ser autosuficiente no se refiere a tener una soberanía; debe de ser una misión de cómo aprovechar y mutar a nuevas fuentes de energía.
En todas las generaciones de este país, desde 1938 ha habido una fecha conmemorativa para ciertos sectores, desde un punto de vista político, económico y operativo. Es un hecho repetitivo que enfatiza la justificación de poder tener el control de los recursos naturales del subsuelo, cuya visión ha sido la extracción de la mayor cantidad de crudo y/o gas en la superficie para su comercialización, y no su transformación.
En un principio, en la década de los 70 del siglo pasado, era importante tener los hidrocarburos en sus dos fases físicas, la líquida o gaseosa, y esto proporcionaba cierta seguridad energética al tener la materia prima para poder tener el control, creando una autosuficiencia virtual en el mundo debido a que el verdadero negocio del sector de hidrocarburos está en el ámbito de su transformación para su utilización, como combustibles o materias primas, y en las últimas décadas para la generación de electricidad.
A partir de 1980 los países productores de hidrocarburos empezaron una carrera de la hegemonía para tener el control del mercado de hidrocarburos, basada principalmente en quién o cuánto producían, y con relación a las reservas de los hidrocarburos en su subsuelo.
Algunas naciones invirtieron al inicio por medio del sector público y posteriormente permitieron la entrada del privado o era una combinación de ambas, logrando un mejor aprovechamiento al adaptarse en forma rápida y permitiendo que recursos públicos fueran usados en otros sectores del desarrollo económico; pero en México se usó a Petróleos Mexicanos (Pemex) como la caja chica y esto sigue debido a que por cada peso que le dan de presupuesto, regresa entre 2 a 2.5 pesos de ingresos al erario.
En México hemos sido parte de esta transformación a escala mundial al haber tenido una empresa del Estado que se ha mantenido y que continuará por muchas décadas como la base de la producción de hidrocarburos de nuestro país.
En este punto, México está estancado teniendo un sueño repetitivo constante de hechos, y de ahí no hemos pasado desde 1938 a la fecha. Hemos creído, y continuamos creyendo que los recursos energéticos primarios del subsuelo nos pertenecen por el hecho de estar debajo de nuestro territorio, creando un espejismo soberano de codependencia ideología del derecho del tener, sin poder responder el para qué.
Cada ciclo de 365 días ha convertido al 18 de marzo en un recordatorio de nuestros traumas existenciales del país, y no hemos hecho un alto para evaluar si realmente tenemos un plan para lograr un mejor aprovechamiento de estos recursos.
Es momento de entender que para tener una autosuficiencia energética solo en el sector de hidrocarburos, primero debemos comprender para qué queremos esta energía primaria. Los hidrocarburos por sí solos no tienen un valor comercial real, y su fase inicial líquida o gaseosa solo tienen un precio o retorno de inversión para continuar explotando.
Es en este punto en donde México se ha quedado estancado. No ha seguido a la par de los cambios comerciales, tecnológicos y de transformación para su aprovechamiento. Hemos colocado el mote a esta actividad extractiva de "soberanía energética" cuando en realidad no existe, debido a que toda la tecnología que se usa para este fin proviene de mercados fuera de México.
Hoy tenemos atrasos en la petroquímica, transformación de hidrocarburos líquidos a combustibles (refinerías que requieren de mayor inversión para ser utilizadas al 80 por ciento), con una producción de gas natural sin incremento, y baja utilización de plantas de acondicionamiento para el uso en la generación de electricidad, teniendo un hecho repetitivo de conmemoración por décadas y qué celebramos realmente, el “no tener un plan en específico hacia el futuro de cómo cubrir una demanda creciente de energéticos”.
Hoy México es el cuarto país de mayor demanda de combustibles a nivel automotriz, y cuya mayoría de éstos son importados ante la falta de una estructura y de visión en el pasado, presente y el futuro.
Es importante entender que los combustibles derivados de los hidrocarburos continuarán en México cuando menos en las próximas siete a 10 décadas, y no debería importar si somos dueños o no de nuestros recursos; debería ser el cómo aprovecharlos disminuyendo su consumo, y logrando una mayor eficiencia en la combustión. Esto podemos lograrlo por medio de aditivos como oxigenantes o biocombustibles, ligado a una mejora en el rendimiento de los motores, al tener lo más cercano a una combustión completa.
Una noticia que debemos comprender en esta década es que los combustibles fósiles, entre ellos el petróleo y gas, no dejarán de usarse en el mundo. Un ejemplo de esto son la Ley de Reducción de la Inflación y la reforma energética de 2020 de Estados Unidos, cuyos lineamientos han sido utilizados por la Administración de Información Energética (EIA, por su sigla en inglés) y con la transición energética esperada revelan que para 2050 continuarán el consumo de combustibles líquidos (gasolina, diésel, entre otros) en este país, el cual será de 12 millones de barriles diarios; entre 9 y 10 por ciento menos que 2022, en parte porque se utilizan más modelos de vehículos eficientes en combustible y eléctricos (18 a 20 por ciento de las ventas para 2050)
¿Entonces qué debemos de celebrar en México? ¿Algo que aconteció hace más de 80 años o que esta es una fecha que nos recuerda no haber sabido entender cómo aprovechar los hidrocarburos para el crecimiento del país?
El mundo no dejará de usar a los combustibles fósiles, y la verdad seguiremos viviendo el mismo hecho cada año, enfatizando lo que fue y no lo que debería de ser.
Suerte México con eso, en las próximas décadas.