Política

Pandemia

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Pensaba escribir un artículo sobre el coronavirus y sus atmósferas sociales, pero tenía en la cabeza un molesto deja vu. En efecto, ya lo había escrito cuando las autoridades cancelaron el país por el H1N1. El ex presidente Felipe Calderón afirmó que salvamos a la humanidad. Entonces recordé este artículo del cual publico un resumen:

No voy a citar La peste, de Albert Camus; no me referiré al Ensayo sobre la ceguera, de Saramago, ni mucho menos al Diario del año de la peste, de Daniel Defoe. La vida en la ciudad bajo la sombra ominosa de la influenza ofrece cada día que pasa escenas extraordinarias que no estoy dispuesto a dejar de lado así nada más. No la menos impresionante de ellas ocurrió en un puesto de comida callejera, en los famosos Tacos del Richard, una camioneta cuya cajuela hace las funciones de cocina.

La autoridades se habían esmerado en ponerle un cerco sanitario al nuevo virus, pero se sabe que hay pasiones irrefrenables que gobiernan el alma. Yo lo vi: nadie me lo contó. Ante las ollas de comida, por cierto los Tacos del Richard son reputados en la zona en la que vivo como unos de los mejores guisados de América Latina, un hombre pidió uno de maciza con su salsa roja. El Richard lo preparó con sus propias manos, le puso una cucharada de la roja que, dicen los enterados, es  brava como un miura y lo puso en el plato de plástico.

Aún no se inventa la forma de comerse unos tacos con tapabocas así que el hombre se bajo la tela azul y venga, se empacó de dos mordidas históricas el taco. Acto seguido y de inmediato se volvió a poner el cubrebocas sobre la cara para protegerse de cualquier insalubridad. Casi lo abrazo y lo beso, pero han recomendado evitar el beso y la verdad es que yo cumplo al pie de la letra con las advertencias sanitarias.

La cifras subían y bajaban como la bolsa de Nueva York. Tosí un poco y en ese dramático momento sentí que se descubrían en mi cuerpo todos los síntomas de la influenza. Empecé a hiperventilar y me dio una taquicardia que registró el sismógrafo de  Tacubaya. Como siempre que puedo, utilicé la poesía: a mí ya me dio esta chingadera. La sugestión mueve montañas. 


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@RPerezGay


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Rafael Pérez Gay
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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