Hace algún tiempo escribí que no quería conocer más escritores ni escritoras. Ya conocí suficientes y tengo entre ellos y ellas grandes amistades. Desde luego, no me arrepiento de haber conocido a Rubem Fonseca, gran escritor que dominaba el portuñol. Su simpatía arrasaba y aunque era celoso de su vida privada como pocos, nunca negó una palabra amable a sus admiradores.
De Cortázar ya escribí en este espacio: la maestría de la sencillez y el talento desaforado de su literatura.
Cristóbal Pera me invitó a presentar Las leyes de la frontera. En la cena, Javier Cercas se entregó de inmediato a la charla inteligente y sin pausa. Sabía oír y preguntaba. Estoy convencido de que Soldados de Salamina y Anatomía de un instante son dos libros extraordinarios y su obra una de las más poderosas del español de nuestros días.
Ángeles Mastretta ha escrito al menos un clásico joven de las letras mexicanas, Arráncame la vida, pero es dueña de un humor que te envuelve con suavidad. Su inteligencia es uno de los poderes de su generosidad.
Saramago era y se comportaba como un comisario comunista
En cambio, lamento haber conocido a Juan José Millás. Pagado de sí mismo, Millás mira a un horizonte sin fin, nadie existe a su alrededor, atraviesa con la mirada. Por cierto, su libro La vida a ratos me encantó.
Susan Sontag fue en mi juventud la gran representante de la crítica. Sus libros Contra la interpretación, Estilos radicales o Bajo el signo de Saturno no los abandonaba por nada del mundo. Tuve la desgracia de conocerla y de verla gritar como una loca en un elevador porque el encargado de guiarla tardó 10 minutos más de lo pactado en llegar a su habitación.
José Saramago era y se comportaba como un comisario comunista. Sus libros no me gustan y era en público un dolor en salva sea la parte. Nunca entendí que le dieran el Nobel a él y no a Lobo Antunes, pero ese es otro cuento.
Estos son mis mejores cuatro y mis peores tres. ¿Hay alguna relación entre la obra y la vida de los escritores y las escritoras? Lo ignoro. Solo quería contarles que no quiero conocer más escritores. Mejor los leo, si me dan ganas. _
Rafael Pérez Gay
