Política

Día nublado

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No lo cuenten a nadie, pero a veces me espío. Soy discreto y no suelo darme cuenta. Me veo caminar y oigo crujir esa duela de las casas viejas. Me siento y tomo uno de los cinco libros que he empezado a leer, soy un desastre. Cuando joven, leía con disciplina militar: este autor completo hasta la última línea. Soy menos disciplinado, pero más libre. Nada como la libertad, la disciplina es una cárcel, pero sin esa prisión no se logra nada. Me gustan las mañanas, cuando aún no amanece, me vigilo en la oscuridad: prendo la lámpara, leo. Hace unos días me quedé dormido en el sillón. Al despertar me sentí un anciano decrépito. Espiar tiene sus costos.

Me vi escribir esto en un cuaderno: “Quiero inventar un tratado de los crepúsculos, pero ya lo escribió Lobo Antunes”. Por cierto, qué día feo con nubes grises. También escribí, un buen título: “No hay peor ciego que el que no quiere verme”. Un tanto egocéntrico. ¿Quién no es un tremendo egocéntrico?

Me veo hacer cosas que a nadie le interesaría saber: me hago un café, si no es exprés, olvídenlo, contestar whatsapps, hablar por teléfono. La vida está hecha de estas cosas aburridas, que no sirven para nada. Desconfíen de los que viven como si fueran héroes de mil batallas.

Me espío asomándome al espejo, momento difícil ese de asomarse al espejo y pensar: ¿por qué está ahí enfrente mi padre? Como dice un amigo: no entraré en varas de once camisas.

El espía es un voyeurista, escribió Freud. Mentira, Freud nunca puso esta frase en ninguno de sus extraordinarios libros. Me observo caminar, descubro un leve cojeo, pero si yo antes, rayos. Y no me pierdo la hora de las pastillas. Imposible no recordar a mis padres: qué cantidad de cápsulas tomaban, se quejaban con amargura desde las tinieblas de su vejez. Pues veo que casi los emparejo si se trata de tabletas.

Ya no me gusta espiarme. Veo cosas que tampoco están para una fiesta. Me descubro entonces abriendo el refrigerador y comer como un hombre de las cavernas, en ese tiempo había cavernas con refrigerador, los más pobres tenían hieleras. Sí, ya existía el hielo, ¿qué no han leído la gran novela del día en que Aureliano etcétera?

Y aquí estoy sentado, a la espera de que venga el tema de la crónica de este viernes.


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Rafael Pérez Gay
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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