Hasta el momento de escribir esta columna, tres equipos mexicanos ganaron, en calidad de visitantes, los duelos de ida de la primera ronda de la Concacaf Champions Cup. Los Rayados del Monterrey al Comunicaciones de Guatemala 1-4; el Toluca al Herediano de Costa Rica 1-2 y las Chivas del Guadalajara al Forge, de Canadá 1-3.
Pero el América no pudo con el Real Estelí de Nicaragua que lo derrotó 2-1. Tratándose del campeón del futbol mexicano, del equipo al que la mayoría de los analistas han votado como el favorito a repetir como el mejor de nuestra Liga, es un descalabro que debe ser analizado con seriedad.
Lo primero que hay que decir es que el club de Nicaragua (el país de Centroamérica más débil en materia futbolística), jugó realmente bien, con un orden táctico destacado y con una entrega y compromiso notable. Si uno esperaba un adversario caótico y sin fondo físico estaba muy equivocado.
Aquí considero que se da el primer error del América. Se nota que no estudiaron a sus rivales, que no se prepararon para los retos que un adversario motivado por su hinchada y por el deseo de ganarle a un equipo más poderoso, les iba a presentar.
¿Esto puede ser producto de la soberbia? Sí, pero ese defecto no explica del todo este error. Está claro que no nada más el Real Estelí, sino todos los rivales a los que enfrentará de ahora en adelante el América, sí tienen observadas sus debilidades.
La derrota americanista la explican también puntuales errores de sus jugadores, tanto a la defensiva como a la ofensiva. Errores de carácter individual como los del defensor Emilio Lara y el atacante Illian Hernández. Y también malas decisiones del entrenador Jardine, tan evidentes como el haberse equivocado en titulares y suplentes.
Lo único bueno es que tendrán el partido de vuelta en la Ciudad de México y que, seguramente, aprenderán de sus errores.