Cultura

Los libros y Borges

He accedido al departamento 6° B de Maipú 994, hoy esquina con Marcelo Torcuato, en el barrio de Recoleta, Buenos Aires, en el que vivió el afamado escritor Jorge Luis Borges con su madre Leonor Acevedo, por lo menos hasta 1973, año en que el escritor se mudó al emblemático departamento de Belgrano 1376, en el mismo barrio.

Así lo he sentido al leer el volumen de Alberto Manguel titulado Con Borges (Alianza, 2004). Es un retrato que me ha dejado en claro una vez más la magnitud y profundidad de la cultura libresca del escritor argentino, sus preferencias literarias y, sobre todo, la manera en que él asumía su vocación de leer: no para imaginar el mundo, sino para confirmar en él lo que los autores exponen en sus libros.

Alberto Manguel describe con insuperable precisión esa actitud frente a la realidad que distinguía a Borges: un hombre que lo sabía casi todo de otros grandes escritores, que se enfrentó a una progresiva limitación visual asumiéndola como un estímulo a su sapiencia sobre los temas de la literatura, porque su realidad era literaria y la lectura, una forma de interpretar la realidad de todos los días.

El agudo retrato de Borges que traza Manguel se sitúa entre los años 1964 y 1968, en los que tres o cuatro veces por semana acudía a la casa del escritor a leerle en voz alta, cuando éste ya no podía hacerlo por sí mismo; recordemos que el escritor argentino empezó a perder la vista gradualmente desde los 30 años, y para sus sesenta ya no percibía siquiera el negro del gris, acaso apenas el color amarillo por el que tanta predilección guardaba.

Aquellos años fueron fundamentales para Manguel, suele repetirlo en entrevistas, pues aun cuando el acto de leerle en voz alta sus libros predilectos no tenía para él, aún adolescente, una significativa importancia —como sí lo tuvo para sus mayores, quienes lo instaban a que llevara un diario de aquellas sesiones con quien era ya entonces un encumbrado escritor—, sí fue decisivo para implantar en Manguel la convicción de que la lectura es una actividad intrínseca a las de pensar y actuar; que no se puede vivir sin estar en contacto con las ideas literarias, y que la vida misma es, de múltiples maneras, una constatación de la verdadera realidad: la literaria.

Todo está en los libros, lo imaginado y lo imposible, lo divino y su antítesis, el amor y el olvido; secretamente, los libros se transforman a la vista de sus lectores para ser completamente distintos ante sus autores incluso, no solo porque un libro cambia de lector en lector, sino porque un mismo lector cambia de un año a otro frente a un mismo libro.

En esa evolución sin fin, la literatura tiene el privilegiado don de reflejar no solo un presente, sino el potencial designio de cada lector en el futuro, pues lleva la marca de un tiempo irrepetible y, al mismo tiempo, efímero. No es de extrañar entonces que aquel apartamento de Maipú diera la impresión, dice Manguel, de que “existía fuera del tiempo o, mejor dicho, en un tiempo hecho a partir de sus experiencias literarias: un tiempo conformado con los cadenciosos periodos victorianos y eduardianos de Inglaterra, con la temprana Edad Media del Norte de Europa, con el Buenos Aires de las décadas del veinte y del treinta, con su adorada Ginebra, con la era del expresionismo alemán, con los odiados años de Perón, con los veranos en Madrid y en Mallorca, con los meses transcurridos en la Universidad de Austin, en Tejas, donde recibió por vez primera la admiración generosa de los Estados Unidos”. Aquel departamento era el tiempo mismo reflejado en las historias contenidas en los libros, el tiempo sagrado de la lectura.

Al leer Con Borges, uno tiene la impresión de haber conocido un ámbito completamente íntimo del escritor argentino, y al mismo tiempo, corroborar que esa intimidad es la misma que se logra con la lectura de libros, y que más allá de toda experiencia personal, leer es un acto solitario que renueva el diálogo de ser y estar en el mundo.


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Porfirio Hernández
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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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