El largo brazo de la justicia alcanzó a César Duarte Jáquez en Miami; al más puro estilo de los de su clase, viviendo en un condominio de exclusivo sector de esa parte de Estados Unidos, tan distante del nivel de vida de un parralense promedio.
Oriundo de Hidalgo del Parral, una ciudad de la parte sur de Chihuahua, el ex gobernador de ese estado se unió a la lista de ilustres priistas en problemas con la justicia.
César Duarte será extraditado por el presunto delito de peculado, el uso de dinero del erario para beneficio personal y no del pueblo de Chihuahua.
Otro señalamiento que se hizo al mandatario tras su desaparición de la escena pública fue la de desvío de recursos de Chihuahua para financiamiento de candidatos del PRI en la elección de 2015.
En el extranjero todavía, Duarte Jáquez espera ser trasladado a México para responder solo por el presunto delito de daño al erario estatal para beneficio personal; lo demás puede esperar para mejor ocasión.
El ex gobernador de Chihuahua se habría despachado con la cuchara grande, desviando dinero para beneficio propio de las arcas del estado mediante empresas creadas para tal fin. Son casi 100 millones de pesos los desviados por quien al caer el helicóptero en el que viajaba, cerca de Parral en 2015, vive para contarlo.
La invención de supuestas empresas, que de pronto aparecen en una gestión de gobierno y empiezan a facturar a la tesorería productos y servicios, es algo familiar en la parte de norte del país y en Tamaulipas también.
Una investigación periodística de Miriam Ramírez en Iniciativa Sinaloa, señala que en el norte del país se facturaron 2.5 mil millones de pesos de erarios estatales mediante 56 empresas fantasma. Personas físicas solo de papel fueron creadas para ser proveedores de los estados y así desviar recursos.
La ilícita actividad se tiene registro desde 2014 hasta 2019, este último año cuando se puso mayor atención a ese tipo de operaciones y se clasificó como delito grave. Se está ante la creación de empresas fachada para venderle productos y servicios a un gobierno, sin que esto suceda.
La próxima vez que un candidato le diga que quiere administrar el erario por puritita vocación de servicio, hay que verlo muy bien a los ojos, porque los hechos indican lo contrario