Nada nuevo que los informes señalen anomalías en el manejo del presupuesto que se entrega a las entidades públicas de los tres órdenes de gobierno.
Los tres poderes del Estado: el gobierno federal, los diputados y senadores, además de los jueces, no la libran de salir con “detallitos” a la hora de manejar los recursos públicos que se le entregan para su operación.
También están otras instituciones que también son financiadas por el erario, unas de esas las universidades; además de los gobiernos estatales y también los municipios; todos con anomalías en el uso del presupuesto otorgado.
Hasta parece que la sociedad en general ya se está acostumbrando, y con una especie de morbo espera que los reportes de la ASF se hagan públicos para tener un motivo de desahogo, pero de ahí no pasa.
La constancia en las observaciones que resultan de las auditorías es el uso del dinero de los mexicanos en asuntos diferentes para lo que fue destinado.
En lo que tampoco hay novedad es que pese a lo frecuente que son las observaciones de irregularidades de las entidades en el manejo de recursos públicos, no se avanza en evitarlo, por más capacitaciones que se les da a los servidores públicos, se empeñan en hacer ver que es echar el dinero directo a la basura.
Tamaulipas tampoco salió limpio de las auditorías aplicadas sobre el uso que le da al dinero que le envían del erario federal, un tema tan de moda a últimas fechas de que el dinero que manda el gobierno federal no es lo que la entidad merece, luego en las revisiones sale que no lo aplica bien. Recursos no utilizados en el tiempo establecido, devolución de recursos al erario, y falta de controles para garantizar la buena aplicación del presupuesto enviado, son parte de las observaciones realizadas a Tamaulipas.
¿Se imaginan que hubiera una propuesta de más recursos a la entidad sin observaciones de la ASF en la aplicación del presupuesto? Hacer un listado del que menos anomalías tenga se le da lo que resulte mediante una fórmula, ¿quién lo pone en la mesa?
