Existe un pensador que la filosofía no ha tomado con el suficiente respeto, quizá porque aparte de haber sido un filósofo que se adelantó mucho a su tiempo, también fue teórico musical, gran médico y filántropo: Albert Schweitzer. Nacido en 1875 en Kaysersberg, vivió gran parte de su vida en África, en donde creó un hospital para atender a los habitantes que vivían en situación de pobreza extrema.
Su vida coincide con la de grandes pensadores que, como él, reflexionaron en torno al valor de la vida: Friedrich Nietzsche, Fritz Jahr, Aldo Leopold y hasta Rensselaer Potter.
Schweitzer fue un gran innovador y un rebelde: su visión de Bach transformó por completo la apreciación de esa música; su interpretación del cristianismo desafió todas las anteriores, tanto la canónica como las entonces modernas. Al igual que Nietzsche, consideró que debemos sospechar de las verdades establecidas: “Jamás hagamos a un lado la desconfianza hacia los ideales y las convicciones que establece la sociedad. Esta se encuentra plena de locura y falseará siempre el significado de la humanidad y su consideración por la existencia”.
Existen aspectos que hacen de Albert Schweitzer un filósofo único en particular en el pensamiento ético y la bioética. En primer lugar, para él la filosofía no era una labor exclusivamente teórica: requería vivirse, era, como lo fue para Sócrates, una forma de vida. De ahí que toda su vida fue una puesta en escena de su reverencia por la vida: la verdadera filosofía debe comenzar por comprender lo más básico: “Soy ser vivo y deseo vivir en medio de seres vivos que desean vivir”. Para él, el sentido del ser humano es lograr el respeto y la reverencia por la vida.
De acuerdo con lo anterior, dedicó su vida y todos sus recursos a luchar contra el armamento y las pruebas nucleares. Se le otorgó el Premio Nobel de la Paz en 1952 y, tras su muerte, a los 90 años, dejó un legado entre el que destaca el libro que él mismo consideró el más importante de todos sus escritos: De mi vida y pensamiento.
¿Cómo reverenciar la vida cuando se es un ser vivo que desea vivir, se vive rodeado de seres vivos que desean vivir y la vida se alimenta solamente de vida? Creando una escala de gradación axiológica: la vida animal ocupa el sitio más elevado para Schweitzer, pero no por eso el resto de los seres dejan de merecer respeto y reverencia. Hace falta regresar a una revisión de la obra de este pensador, una lectura que deje de lado los posibles prejuicios que en otros momentos originaron sus escritos sobre teología y sobre la interpretación del cristianismo. Su pensamiento se sostiene sin necesidad de ellos, lo cual le da el estatus de un pensador filosófico y merece ser leído como tal.
En la misma medida en que él reverenció la vida, nunca como hoy haría falta una reverencia ante su vida.