Cultura

Se acabaron las palabras

La piel y la entraña de un escritor son las palabras,

el verdadero amor son las palabras.

No importa la pobreza, humillación ni abyección alguna

siempre que se llegue a ser el amo de las palabras.

Ricardo Garibay

MOISES BUTZE
MOISES BUTZE

Hoy deseo presentar una reflexión sobre el simbolismo del vocablo palabra; en particular por ser la materia prima con la que crea el poeta. La podría comparar con el magma o con los metales que conforman las entrañas de la tierra. De ahí que en distintas interpretaciones se asocie la palabra a la forja o a la herrería. El símbolo, al ser polifónico, liga la fragua a la palabra o al canto, razón por la que el vínculo se extiende al aspecto iniciático del oficio y así a la actividad creadora del verbo. Jean Chevalier en su Diccionario de los símbolos afirma que: “Cualesquiera que fueren las creencias y los dogmas la palabra simboliza de modo general la manifestación de la inteligencia en el lenguaje, en la naturaleza de los seres y en la creación continua del universo; es la verdad y la luz del ser”. La palabra entonces es lo que le permite al ser humano religarse al Ser, unirse al Todo.

Hay dos canciones de José Alfredo Jiménez que me llevan a profundizar en esta dirección: “Palabras del cielo” y “Se acabaron las palabras”.

“Yo quisiera decirte que te quiero como nadie en la vida lo haya dicho; voy a buscar palabras en el cielo de las que dice Dios, allá en el infinito…”.

Estos versos nos permiten enlazar el discurso con el logos al que Ricoeur identifica con el Davar hebreo. Por medio de la palabra se establece la alianza entre Dios y el hombre; razón y oración se funden para permitir ese religarse con el Ser. Para san Juan, el Verbo y el logos son lo mismo y preexisten a la creación. De este modo, la palabra es la herramienta mediante la cual los seres humanos podemos acceder al terreno divino, comunicarnos desde lo profano con aquello que nos trasciende por ser sagrado. De ahí que José Alfredo, para demostrar amor, quiera buscar palabras en el cielo y sublimar el acto de amarse. La luz de la Palabra es capaz de iluminar las relaciones terrenales.

Jiménez en varias de sus canciones incorpora el término palabra con distintos fines, en “Palabra de hombre”: “Te di palabra de hombre que hasta la tumba te amaba…” como sinónimo de promesa, o en el estribillo de “El rey”: “Con dinero y sin dinero hago siempre lo que quiero y mi palabra es la ley…” afirmándose como autoridad; en las demás ocasiones, lo hace para hablar de amor con la intención de buscar lo sublime. Yo encuentro un ejemplo finísimo en “Serenata sin luna” cuando, al cantarle a la amada, afirma: “No encontré las palabras precisas pa’ decirte con mucha pasión que te quiero con toda mi vida, que soy un esclavo de tu corazón…”. Desde mi interpretación, la humildad del poeta queda plasmada en esta estrofa.

Sin embargo, el paradigma aparece a mis sentidos frente a un bolero poco conocido, pero de gran belleza:

“Se acabaron las palabras, se nos apagó la voz; cuando juntamos los labios nos comprendimos los dos. Se acabaron los insultos, se nos olvidó el rencor; nos perdonamos lo malo y abrazamos nuestro amor…”

Ya que el símbolo espiritual más poderoso para representar la unión y adhesión mutua y voluntaria se encuentra en el beso de boca a boca. Con un beso sellamos el encuentro y establecemos la alianza entre las dos almas que se besan.

“Yo te dije palabras tan bonitas que todavía tus ojos me miran y lloran. Tú dijiste también muchas cositas que quedaron escritas donde nunca se borran…”.

En el estribillo encontramos la revelación del poeta: cuando las palabras quedan escritas mediante la intervención del alma, el vínculo adquiere la categoría de intrínseco; ahí donde nunca se borran, pues han quedado resguardadas en la intimidad de esos dos seres que se aman.

“Se acabaron las palabras, se nos apagó la voz; cuando juntamos los labios nos comprendimos los dos; cuando juntamos los labios nos entregamos los dos”.

Paloma Jiménez Gálvez*

*Doctora en Letras Hispánicas

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Paloma Jiménez Gálvez
  • Paloma Jiménez Gálvez
  • [email protected]
  • Estudió la maestría en Letras Modernas en la Universidad Iberoamericana, y es Doctora en Letras Hispánicas. Desarrolló el proyecto de la Casa Museo José Alfredo Jiménez, en Dolores Hidalgo, Guanajuato. Publica su columna un sábado al mes.
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