Fue en diciembre cuando el guerrerense Armando Ríos Piter envió el mensaje a Casa Aguayo de la decisión de dejar la Rectoría de la Universidad de las Américas de Puebla (Udlap).
Para el ex senador, no se habían cumplido las premisas en el ámbito académico, al “dirigir” una universidad sin maestros ni alumnos.
En su opinión, el litigio de la Fundación de la Udlap iba para largo, al tiempo de que se había granjeado enemigos gratuitos en el entorno local y nacional.
Desde su llegada a la ciudad de Puebla para ser designado rector, Ríos Piter hizo su mejor esfuerzo para hacerse de información de la situación de la universidad, se reunió con empresarios, políticos y periodistas.
Empero, nunca dio luces del acercamiento con la comunidad universitaria, con maestros y alumno, de tal manera que ningún cuerpo académico se alineó a él, ni tampoco la estructura administrativa y de servicios básicos como mantenimiento.
En siete meses ni un solo universitario regresó a las aulas, talleres o laboratorios, luego de conocerse las órdenes de aprehensión contra el rector con licencia Luis Ernesto Derbez Bautista y los vicerrectores.
Con un activismo discreto, Río Piter nunca se involucró en las diputadas judiciales de los dos patronatos, omitió cualquier comentario sobre la disputa familiar y se limitó a esperar las condiciones óptimas para sumir la conducción académica, misma que nunca llegó.
A finales de 2021, prácticamente el ex perredista se ausentó de actos, eventos u opiniones públicas, generando un vacío en la Rectoría de la Udlap por el peso del adjetivo calificativo de “rector espurio”.
En el videomensaje subido a las redes sociales, fue muy decente para presentar su renuncia al respaldar las acciones del nuevo patronato y las actuaciones judiciales a favor de una de las partes de la familia Jenkins en pugna, pero con el mensaje: conmigo ya no cuenten.
A su salida, dijo que ya no habría pretexto para el retorno de los universitarios al campus Udlap, y en una maniobra seguida, el nuevo patronato llama a la rectora Cecilia Anaya Berríos para que asuma el cargo, sin devolver el control de las instalaciones al patronato que encabeza Margarita Jenkins, reconocido por la otra Fundación Mary Street Jenkins.
Pablo Ruiz