Si tuviera un poco de vergüenza, Mario Delgado, el dirigente nacional de Morena, debería dejar el cargo y dedicarse a dar ride a todo aquel que se lo pida.
Los argumentos, además de patéticos, donde responsabiliza al INE del fracaso de la revocación de mandato, es una manera muy simple de justificar su ineficiencia.
Para los morenistas orgánicos de la 4T, los responsables de su fracaso son los consejeros electorales que “obedecen a sus patrones”, los “conservadores”.
Las violaciones flagrantes a la legislación electoral para la consulta de la revocación, como el acarreo de votantes, ahora en este partido es un acto patriota y revolucionario para la democracia, o lo que entiende de ello.
Morena, como gobierno, militantes y dirigentes, se inventa sus procesos ratificatorios, se inventa a sus enemigos y los culpa de su fracaso porque el ciudadano sin partido no les ratificó el voto.
Es increíble que un partido gobernante y exitoso en las urnas como lo fue en las elecciones federales del 2018, no pudo refrendar su fuerza electoral ni respaldó a su gobierno y Presidente.
Lo observado ayer en este ejercicio democrático fue la de un partido gobernante en la soledad de las urnas donde votó la estructura partidista, con muy bajos índices de participación de hasta de sus propios seguidores.
Delgado, el dirigente nacional de Morena, se presentó ayer en conferencia de prensa para declarar el respaldo “contundente” de los ciudadanos al presidente Andrés Manuel López Obrador.
Y lo dicho por Mario Delgado no necesariamente es motivo de risa, que sí la provoca, pero en realidad es más de preocupación porque manosean y prostituyen una herramienta democrática con la revocación de mandato.
El partido gobernante dejó solo a su Presidente, porque dirigentes partidistas, militantes y funcionarios públicos de la 4T están más preocupados en proteger sus privilegios.
Posterior al fracaso de la consulta, pese al maniqueo manejo del “absoluto” y “mayoritario” apoyo de los mexicanos al Presidente, le seguirá la feria de propaganda para desaparecer al INE y crear un organismo electoral controlado por el gobierno rumbo a 2024.
Los números son fríos, esa realidad matemática refleja el estado real, lo demás es pirotecnia y manipulación porque la consulta fue de ratificación, y como tal fue un fracaso.
