Política

Hasta la madre

Estoy hasta la madre de vivir con miedo. Llegué a mi límite. No soporto más. Me cuesta mucho mantener la cordura. Esto no es una revelación, catarsis, ni reclamo, sino un punzante quejido que constantemente oscila entre la tristeza profunda y la rabia.

En 2018, con mucho esfuerzo, logré cambiar mi coche por una camioneta. El plan era tener un vehículo confiable para viajar como tantas veces lo hice de niño. Sandwichitos, taquitos de machaca y frijol, quesadillas y café con leche para el camino. No necesitábamos más; si acaso una almohada y colchita para mi hermana. Dos siestas largas y estábamos donde queríamos: ríos, presas, playas, montes, el otro lado. Jamás nos preocupamos por el sitio donde nos pescaría la noche. El Datsun, la Caribe y la Combi fueron nuestros hoteles.

Hoy ese tipo de viajes se volvió imposible. La camioneta se hace vieja tropezándose con los baches de la ciudad. De 2018 a la fecha solo hemos hecho tres viajes largos por carretera. Me da rabia malvender la camioneta o mandarla al deshuesadero sin que cumpla su función.

Y más rabia me da el miedo que siento de dejársela a mis hijas, porque me aterra la idea de que circulen a las tantas de la noche. Dos jovencitas solas en esta ciudad, en este país, son corderitos para lobos y coyotes. Por eso hay que llevarlas y traerlas como cuando eran niñas. Si no está disponible la gente de nuestra confianza, el Uber no es una opción. También esto me tiene hasta la madre, ser el Uber de mis hijas. No me enfada llevarlas, me encabrona tener-que-llevarlas, porque es inseguro que conduzcan solas, como es inseguro que se vayan solas al parque a hacer ejercicio o al arroyo a pasear al perro.

Estoy hasta la madre de las estadísticas de los muertos y desaparecidos, de que en México se encuentren las ciudades más peligrosas del mundo, de saber que al fulano que mataron el pasado domingo vivía en mi barrio, de que las madres buscadoras no puedan llorar a sus muertos y, encima, las amenacen.

Estoy hasta la madre de la complicidad entre el narco y muchas autoridades de Gobierno. Como me tiene hasta la madre la alcahuetería de los paleros que la toleran, justifican y aplauden.

De los esbirros del Gobierno podría esperarse, pero no de la ciudadanía.


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Pablo Ayala Enríquez
  • Pablo Ayala Enríquez
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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