La salud del cuerpo humano siempre ha sido una preocupación. La apariencia de estar sano ha cambiado con el tiempo. Hace tiempo los cuerpos “llenitos y robustos” eran considerados como saludables; la obesidad o gordura eran vistos como sinónimos de bienestar y salud; también se consideraron signos de poder y riqueza.
Con el tiempo las cosas cambiaron; y la obesidad se trasformó en sinónimo de pereza, falta de movilidad y agilidad, ausencia de fuerza de voluntad y presencia de enfermedad. Pero lo que más trascendió en la población fue la asociación de esbeltez y belleza. Ahí las cosas cambiaron radicalmente; el factor salud pasó a segundo término. Se busca estar delgado para alcanzar la belleza; el fin estético es buscado por ambos, hombres y mujeres; pero las mujeres predominan en su deseo de estar delgadas. Por momentos las cosas se llevaron al extremo; las modelos profesionales y las Miss Universo llegaron a medir 1.76mts con tan solo 53 kg de peso. La delgadez extrema y anoréxica; rostros pálidos con mejillas hundidas y casi calvas, con costillas visibles.
Las dietas y ejercicio extremo crearon cuerpos escuálidos y transparentes. Se hace de todo para alcanzar la meta de estar flaca: Horas de Fitness, cero consumo de azúcares, todo light; aunque esa búsqueda también trastorne la salud del individuo. La cultura lipofóbica, alimentos bajos en calorías, técnicas de cavitación y liposucción que den forma y “escultura” al cuerpo.
El miedo a la obesidad no se fundamenta en la salud; su principal motor es el ideal estético. Hoy muchas personas, sobre todo mujeres, quieren bajar de peso, porque se ven “demasiado gordas”, aún cuando su peso es normal.