Durante mucho tiempo parecía que a nadie le importaba un cacahuate conocer si la homosexualidad se heredaba.
Sin embargo, fue la epidemia de SIDA que surgió en los años ochenta la que inclinó la balanza. Fue así como el Investigador Dan Hamer recibió apoyo para empezar sus experimentos en busca del gen que determinara el ser o no ser homosexual.
El reclutamiento de personas homosexuales para el estudio comenzó en 1991. Inmediatamente encontró que entre hermanos la homosexualidad ocurría en un 22%, mientras que en población general era del 10%.
También observó que la frecuencia de la homosexualidad era más contundente entre familiares descendientes por línea materna.
Lo cual quería decir que el cromosoma X- materno, tal vez poseía los genes de la homosexualidad. Hamer empezó a secuenciar y partir en pedazos el cromosoma X materno.
Y encontró un fragmento asociado a la preferencia sexual: el fragmento Xq28. Esto quería decir que cerca de este fragmento, o en las entrañas del mismo, se encontraba el gen o los genes de la homosexualidad.
Cuando los resultados de este estudio se hicieron públicos, el científico fue atacado; no sintió lo duro sino lo tupido. Los partidarios de la ética se preocupaban de que a través de un estudio genético las madres pudieran abortar un potencial hijo homosexual.
Mientras que las agrupaciones gay dijeron que con esto lo único que se hacía era promover la fantasía de un “Test Gay” que favorecía la discriminación y estigma .
Estudios posteriores no han encontrado una evidencia clara y directa entre un gen y la homosexualidad.
La naturaleza de la preferencia sexual va mas allá de los genes; abarca factores familiares, amistosos, religiosos y sociales.
