En los primeros minutos del 1 marzo arrancaron las campañas a la Presidencia de la República, al Congreso de la Unión y al gobierno de nueve entidades federativas, entre otros muchos cargos (20 mil 700) que votaremos casi 99 millones de ciudadanas y ciudadanos en la elección más grande de la historia de México.
En estos tres meses seremos testigos de un proceso muy intenso, donde se espera una sociedad participativa y con un elemento que puede definir la elección: las redes sociales, unas redes politizadas, e incluso, polarizadas en muchos sectores.
Todos los partidos políticos llegan a las urnas notablemente desgastados. Con tres candidatos presidenciales que nadaron a contracorriente, venciendo cualquier cantidad de complicaciones y golpeteos internos.
En la coalición Sigamos haciendo historia (Morena, Partido Verde y Partido del Trabajo), Claudia Sheinbaum superó esa durísima carrera interna que fue el proceso de las corcholatas. Lo mismo Xóchitl Gálvez en la coalición Fuerza y Corazón por México, imponiéndose como aspirante ciudadana ante dirigentes, bases y contendientes de los tres partidos más tradicionalistas (PAN-PRI-PRD). Y en Movimiento Ciudadano, Jorge Álvarez Máynez asumió como bateador emergente en medio de una crisis interna, y con la sombra de Samuel García.
Otra circunstancia en esta elección que la hace verdaderamente histórica, es la de que por primera vez dos mujeres obtuvieron la candidatura presidencial con la posibilidad real de triunfo, y no una postulación ‘testimonial’ más, como siempre sucedió en elecciones pasadas.
Todos con su respectivo sello perfectamente definido, advirtiendo la ruta del discurso y del estilo que seguirán. En orden de arranques: una, con sangre y veladora; otra, mostrando el músculo de las masas y el poder gubernamental; y otro más, haciendo el guiño a ese sector de jóvenes y primovotantes que pueden hacer la diferencia. Sólo van tres días de campaña, pero ya parece una eternidad.
Palabras clave
Serán días muy largos: con guerra sucia, con filtración masiva de datos reales o falsos en las redes sociales, con la intromisión en ciertas zonas del crimen organizado y en paralelo, corriendo el proceso electoral de Estados Unidos, que inevitablemente tendrá —como siempre ha tenido— repercusión en México. Arrancaron, pues, algo más que unas campañas: arrancaron los duros juegos del poder.