Mientras caminaba por la calle de Amberes en Zona Rosa un domingo por la noche hace poco más de 10 años, vi que en Papi Fun Bar se presentaban las Hermanas Vampiro. Entré por curiosidad y recuerdo haber pasado una de las noches más divertidas gracias al talento de Daniel Vives y Oswaldo Calderón. Estamos hablando de varios años antes de que RuPaul’s Drag Race se convirtiera en un éxito y llevara el fenómeno drag a otras dimensiones; en nuestro país, como en muchos otros lugares, hubo pioneros en la materia que labraron el camino para que hoy disfrutemos de una variedad de propuestas jóvenes, aguerridas, con hambre de sobresalir.
Fue muy conmovedor ver como durante el fin de semana los usuarios de Twitter de la comunidad LGBT+ lamentaron el fallecimiento de Oswaldo y sobre todo aquellas drags que hoy en día tienen la atención de la audiencia en la vida nocturna, como “Margaret y ya” o “Paris Bang Bang”. Oswaldo fue un hombre valiente, visionario, transgresor, que hizo una escuela y que es recordado con admiración desde todos los frentes: activismo, performance, escritura. Era un artista en toda la extensión de la palabra.
Daniel Vives dedicó su show el sábado por la noche en el bar Nicho a “La Súper perra”. Al centro del escenario había un cartel que decía “Gracias Oswaldo” y la imagen resume muy bien lo que nos deja: la posibilidad de seguir admirando el trabajo de personas como Daniel y a todas las nuevas generaciones de talento drag de la cual, seguramente estaba muy orgulloso, como lo dijo en una entrevista: “Lo mejor es echarnos la mano entre todos y a ver que resulta” y ha resultado bien, seguimos en la lucha. Gracias “Súper perra”.
