El tema de los comediantes y lo políticamente correcto no es nuevo, es una discusión que lleva varios años, en Estados Unidos, en Reino Unido y en muchas partes del mundo. En esta ocasión vamos a hablar de México y en particular desde la experiencia propia. Soy un hombre gay que siempre se sintió agredido por la comedia homofóbica en mi país. Por el chiste del “jotito”, del “putito”, del “maricón”, que llegaba hasta mis oídos en voz de mis compañeros de la escuela o conocidos gracias al impulso de los comediantes de este país, los de hace décadas y los de hoy, ya que esa clase de chistes no han desaparecido.
Mismo caso con las mujeres. La comedia en nuestro país siempre ha sido misógina. Este tema surge de la discusión en Twitter sobre los chistes y comentarios en esa red social de un comediante (el nombre es lo de menos, podría ser cualquiera de una larga lista) que ha reconocido que se equivocó en su reacción inicial cuando recibió algunas críticas por su humor; intentó defenderse cuando simplemente podría haber sido empático con la situación y aceptar el error desde un principio.
Muchos comediantes no han tenido esa capacidad y siguen haciendo chistes homofóbicos y misóginos. Por supuesto que se vale reírnos de nuestras situaciones, de nuestras interacciones, de lo cotidiano. Pero sin dolo, sin odio. No se vale que se rían de nuestra orientación sexoafectiva o de nuestro género solo porque sí o porque así ha sido siempre. Confío en que los buenos comediantes encontrarán la forma de hacer comedia del mejor nivel (por ejemplo John Mulaney) sin tener que ofender a los otros por normas de género caducas o por ser lo que son.
