Hoy, martes 30 de abril, Día del niño en México, es justo recordar al gran Xavier López Chabelo y toda su aportación a la infancia de nuestro país, en los casi 50 años proyectando en la televisión el emblemático programa En familia que traspasó generaciones completas de todos los que crecimos con él.
“Si los niños gobernaran al mundo”, una de sus canciones más significativas, me vino a la mente antes de sentarme a escribir mi artículo de hoy, después de ver comentarios y notas a propósito del debate presidencial del domingo y las ya cercanas elecciones de junio próximo.
“Si los niños gobernaran al mundo y en lugar de guerra se ordenara jugar, la gente tendría sonrisas sinceras y en todas las calles se oiría cantar”, suena el estribillo de esta pieza clásica de Chabelo.
Seguramente de una u otra forma la letra tuvo algo de inspiración en el versículo bíblico de Lucas 9:46-48 en el que se hace referencia a la importancia de conservar un alma de niño.
“Cualquiera que reciba a este niño en mi nombre, a mí me recibe; y cualquiera que me recibe a mí, recibe al que me envió; porque el que es más pequeño entre todos vosotros, ese es el más grande”, dice el evangelista.
No en vano hoy existen diversos modelos psicoterapéuticos cuyo objetivo es sanar las heridas de los adultos a través de recuperar la estima, el amor y el cuidado del niño interior.
¿En qué momentos perdemos la inocencia, la fe, la esperanza y la alegría nata de la niñez?
Además de bendecir hoy en su día a las niñas y los niños de México, este breve texto es una invitación a reconciliarnos con esos valores y la esencia que muchas veces se pierden del paso de la infancia a la adultez.
Vivamos con la experiencia y la madurez de los adultos que somos, agradezcamos la vida como seres humanos atemporales y sigamos viendo al prójimo y al mundo con la misma mirada con que los niños gobiernan sus vidas.
