Dentro de nuestra serie de artículos que tienen que ver con el origen emocional de algunas enfermedades, incluyendo el alcoholismo y las adicciones, el perdón es el elemento liberador y sanador que lleva todo un proceso para poder alcanzarse.
Hace dos semanas escribimos “Renunció a ser víctima” y la semana pasada, “Libre de culpas”, en donde comentábamos que los resentimientos, el chantaje emocional a través del papel de víctima y, cargar culpas conscientes o inconscientes, generan consecuencias emocionales y son veneno puro para el alma de los adictos y para toda la gente en general.
Por ello, los diferentes modelos de abordaje para las adicciones y codependencia trabajan de forma específica estos tres temas para la rehabilitación del enfermo y para darle herramientas que logren ser un bálsamo de sanación o sanidad permanente.
En Monte Fénix, una de las mejores clínicas de adicciones en el país, donde tuve oportunidad de trabajar como terapeuta individual, existen tres dinámicas muy poderosas para el despertar de la consciencia en estos temas: el espejo de vida, la sesión de resentimientos y las prácticas del perdón.
Por confidencialidad no las detallo y solo las pongo como ejemplo, igual que los pasos cuatro, cinco, ocho y nueve de alcohólicos anónimos que tienen el mismo objetivo.
El paso cuatro es el de los resentimientos, el cinco el de la liberación de culpas, el octavo la lista de personas a las que se dañó y el noveno, la reparación hacia ellas, con lo que al final viene un proceso liberador del perdón.
No obstante, hablar del perdón no es un tema de la memoria, el conocimiento o la inteligencia, no es algo que se logre por indicación conductual o por prescripción terapéutica.
Es un proceso de sanidad del alma que se vive corazón adentro y que debe ser experimentado en la profundidad del ser, por lo que lleva tiempo y un trabajo de introspección y autoconocimiento profundo.
En mi práctica como terapeuta de parejas o de sistemas familiares, recuerdo al menos dos casos en los que a pesar de un gran trabajo de liberación de resentimientos y culpas, no se alcanzó el regalo del perdón.
En una ocasión, después de una sesión familiar madre e hijo en la que se trabajó con mucha claridad el tema de los resentimientos, se liberaron emociones y se sanaron vínculos pero no se llegó al resultado sublime cuando al final él, de forma muy honesta le dijo a ella: entiendo ahora muchas cosas pero no puedo perdonarte aún, necesito tiempo.
Después trabajé en lo individual con el caballero, mayor de 35, para hacerle ver que quien ganaría con el perdón sería él mismo al liberarse de una carga extra que lo estaban lastimando.
Igual me pasó con un matrimonio donde había mucho daño y la esposa, quien era muy profunda y disciplinada en su trabajo individual, le expresó a su todavía marido que se liberaba de resentimientos y lo exculpaba de todo lo pasado pero que no sentía, siendo honesta, que pudiera perdonarlo y mucho menos volver a creer en él.
Finalmente se separaron y me parece que ambos por su cuenta pudieron encontrar la paz, sin resentimientos, ni rencores, mientras siguen trabajando en el auténtico perdón, más allá de que cada uno siga su propio camino.
En efecto, el máximo ganador con el perdón es uno mismo. De ahí la importancia de trabajar en ello para llegar a perdonar al otro y liberarme de cualquier emoción malsana que el no hacerlo implica. También pedir perdón al otro y hacerme responsable de la parte que me corresponde para tener paz, sin culpas ni remordimientos.
Finalmente perdonarme a mí mismo y dejar de castigarme tan fuertemente, consciente o inconscientemente, con lo que habré de experimentar mi paz, mi sanidad y un nuevo renacer.
Muchas veces será importante pedir ayuda, buscar algún especialista o guía espiritual, que nos acompañe en este proceso de auténtica sanación.
Por Omar Cervantes Rodríguez