Cultura

Límites firmes y responsables

Dentro de los temas que surgen con mayor regularidad en la consulta privada, en los talleres y en las conferencias en las que nos toca participar sobre adicciones y codependencia, el establecimiento de límites y lo que ello implica es uno de los más recurrentes y que más dudas despierta.

“Es que no respetan mis límites”, “es que no me hace caso”, “es que ahora sí ya rebasó todos mis límites” y frases similares recibo cuando una persona está en crisis evidentemente viviendo en un sistema de comunicación confusa, estructura disfuncional, conflictos aparentes, jerarquía familiar desfasada y barreras de respeto con convivencias difusas.

La mayoría de los consultantes en esta condición siguen pensando, a pesar de que se les explica con mucha claridad y se les recomiendan textos para mejor comprensión, que los límites son como reglas que se ponen para que el otro haga o deje de hacer lo que causa conflicto.

“Es que ignora, es que no me hace caso, ya sabe que no me gusta que beba y lo sigue haciendo”, es una de las frases que retrata de cuerpo completo lo que no son los límites y que demuestra que la persona no ha entendido que no se trata de querer cambiar al otro, sino de qué hará por sí mismo ante lo que le causa molestia.

Entonces les ayudamos a corregir su frase: “A ver, la otra persona evidentemente no quiere cambiar, ni va a dejar de hacer algo por más que se lo pidas y menos si lo haces con amenazas que luego no cumples; lo que debes responder es qué harás tú la próxima vez que se presente la situación. Recuerda que no puedes controlar al otro, sólo puedes cambiar tú, así que hazte responsable y ponte el límite a ti mismo (misma)”.

En efecto, poner límites es para uno mismo. ¿Cuánto más estoy dispuesto a seguir así en estas condiciones y qué estoy dispuesto a hacer cuando decida ya no tolerarlo más? Ello implica un compromiso con uno mismo, decisiones que deberán cumplirse y firmeza responsable de que es lo único que a mí me corresponde.

Por supuesto que en el establecimiento de límites uno tiene derecho a expresarle claramente a los demás qué necesitamos, qué queremos, igual que ellos podrán comunicarnos sus voluntades, en muchas ocasiones llegando a acuerdos y negociaciones sanas.

Pero, ¿qué pasa cuando nuestros deseos no se cumplen? Ahí es donde viene el límite conmigo mismo y la consecuencia que tendrá y que me tocará a mi realizar si ya no estoy dispuesto a seguir en esa misma situación que se vuelve repetitiva y tóxica.

Esa es la parte más difícil, tener que moverme yo cuando el otro demuestra que no quiere cambiar. Como decía un maestro en la especialidad: límite que no tiene frente a sí una consecuencia, no es un límite y consecuencia que no se cumple se convierte en una conducta facilitadora justo de lo que se desea evitar. Por eso, como dicen en los grupos de familias de adictos de AlAnon: “que empiece por mí”.

Omar Cervantes Rodríguez

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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