Llegamos al mes siete en este año 2020, que en muchos aspectos ha generado crisis en los seres humanos, por lo que parecería que hablar de humildad en tiempos donde las personas estamos reflexionando sobre lo que hemos vivido los últimos meses, podría ser un tema muy revelador en sociedades y comunidades que cada vez estaban más desconectadas y privilegiaban la competencia entre individuos en concepciones eminentemente individualistas y en muchas ocasiones egocéntricas.
En el séptimo mes del año, los grupos de ayuda mutua de 12 pasos lo dedican a estudiar el paso siete que dice: “Humildemente le pedimos a Dios que nos quitase todos nuestros defectos de carácter”.
Este paso es muy útil en el manejo de adicciones y codependencia porque tiene su fundamento en creer que, así como un poder superior a la persona le ayudó a derrotar la dependencia, que normalmente no es el único problema que tiene el paciente, aunque sí el más grave, pasado un tiempo estará listo para deshacerse de sus otras conductas problemáticas, si tiene la humildad para pedir ayuda y dejarse guiar.
La humildad es entendida como un acto de reconocimiento de que se tiene algún problema y de que no es posible resolverlo solo, por lo que el pedir ayuda y tener la entera disposición para recibirla, coloca a la persona en dos situaciones que le llevan a una solución posible: la admisión del tema que posiblemente se haya negado con anterioridad y, la gran puerta de todas las posibilidades para recibir apoyo. Al repasar conceptos de este abordaje de la humildad que practican los grupos anónimos, refrendé mi pensamiento de que sus 12 pasos no sólo les sirven a ellos, sino que son una gran filosofía de vida para cualquiera que quiera crecer como persona.
Este año en que la pandemia del coronavirus ha hecho que se escriban toneladas de litros de tinta sobre los múltiples cambios y transformaciones que ha traído consigo a los individuos y a las sociedades, me parece que debemos incrustar el concepto de humildad como uno imprescindible para los seres humanos que aspiramos a salir fortalecidos y mucho más sensibles de lo que nos ha tocado vivir. Después de todo, las personas vivimos en grupos por naturaleza y queda claro que saber tener humildad para dar y recibir lo mejor de cada quien, es un aliciente para construir un mundo mejor, como el que espero que habitemos después de las lecciones por el covid-19.