Política

Lilly Téllez: aliada VIP del patriarcado

En marzo 26 de 2023, en su página web, Lilly Téllez escribió: “Quiero ser Presidenta de México para unir, cuidar y modernizar a México”.

No obstante, la semana pasada, en su cuenta de X, la ahora senadora panista posteó: “El mío fue el único voto en contra del capricho de la presidente, de establecer en la Constitución que le digan presidenta, con A” y “La presidentE debería pelear contra el crimen organizado en lugar de pelear contra el idioma español. Las mujeres requieren seguridad, salud, educación, empleo y justicia, no una ‘A’”.

Resulta difícil creer que la legisladora ignore lo que el Diccionario Panhispánico de Dudas de la Real Academia Española dice sobre las palabras “presidente” y “presidenta”: “1. ‘Persona que preside algo’ y, en una república, ‘jefe del Estado’”.

Aunque su terminación corresponde, como norma general, a nombres comunes en cuanto al género, […] el uso mayoritario ha consolidado ya hoy el femenino específico presidenta […]”

Más inverosímil es que, ninguna senadora, senador o panista de a pie, no le haya explicado que sobre el hito que representa esta reforma en la lucha por la igualdad sustantiva, librada tanto por mujeres feministas como por hombres aliados.

Sin esta lucha, Lilly Téllez no formaría parte del Senado y no sería senadora con A.

Por lo que su voto en contra de esta reforma, al parecer, tiene tintes mediáticos. Lamentable.

El lenguaje es el reflejo de la realidad social; ambos, lenguaje y sociedad no son estáticos, evolucionan. Es así como las palabras y sus significados cambian, evolucionan.

Por lo que, la meta de la igualdad pasa por reconocer y visibilizar la diversidad. Lo que no se nombra ni existe.

Históricamente, las normas lingüísticas han sido moldeadas desde perspectivas androcentristas, invisibilizando a las mujeres y otras identidades de género.

En este sentido, el uso exclusivo de términos genéricos como presidente para referirse tanto a hombres como a mujeres perpetúa la idea de que lo masculino es la norma universal, construyendo en el imaginario colectivo una idea que excluye a las mujeres.

La incorporación de la palabra “presidenta” en la Constitución, por cierto, a iniciativa de una tamaulipeca, la senadora Olga Sosa, no es un simple cambio semántico.

Representa un acto simbólico y político que reconoce la lucha por la igualdad y el cumplimiento de los compromisos internacionales asumidos por México, como los de la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer que insta a los Estados a adoptar medidas contra la discriminación de género en todas sus formas.

La postura de Téllez negando a la presidentA con A refuerza estereotipos de género e invisibilizar el femenino, lo que contribuye a mantener estructuras de poder desiguales y generadoras de violencia, esa problemática que ella le ha pedido atender a la presidentA Sheinbaum.

Lo anterior explica por qué el voto de esta senadora contra la presidentA con A es un despropósito que la ubica entre las filas de aquellas y aquellos a quienes la igualdad de género les cala hasta los huesos.

Una postura que identifica a Lilly Téllez en uno de los efectos secundarios no deseados de la paridad y la erige como la aliada VIP del patriarcado.


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Nohemí Argüello Sosa
  • Nohemí Argüello Sosa
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