Imagino una microempresa de servicios, que no vende productos ni tiene inventario, sino que vive del esfuerzo intelectual de sus trabajadores (es un despacho contable o de abogados o una productora de contenidos). Es razonablemente saludable. Factura en promedio un millón y medio de pesos al año. Tiene cinco o seis empleados. Su nómina mensual asciende a 100 mil pesos, y la anual a un millón 200 mil.
En un año normal, a esta empresa le quedaban alrededor de 300 mil pesos para afrontar el pago de aguinaldos y primas vacacionales, cuotas, compra de insumos —papelería, algún software— y acaso generar alguna utilidad. Pero éste no es un año normal. Los proyectos que tenía en puerta han sido postergados hasta nuevo aviso por causa de la pandemia. Le quedan por cobrar, a un cliente, una iguala mensual de 15 mil pesos y, a otro, una factura única de 80 mil. Eso suma, entre abril y diciembre, 215 mil pesos. Pero, si no reduce su plantilla, tendrá que erogar cuando menos 900 mil pesos más en lo que resta del año.
¿Qué ofreció ayer el Presidente a esa empresa, y a 4 millones más de Mipymes que generan 78 por ciento del empleo y 52 por ciento del PIB? Una vaga promesa de 2 millones 100 mil créditos —entre personales, para la vivienda y para pequeñas empresas— a los que no se tomó la molestia de asignar un presupuesto. Si fuera el tercio de los 250 mil millones de pesos de presunto ahorro resultante de la desaparición de los fideicomisos, asignado al tercio de los créditos, habría para empresas 700 mil créditos de poco menos de 120 mil pesos; si con esa suma se ofrecieran créditos a cada una de los 4 millones de Mipymes, serían de poco menos de 21 mil pesos. En cualquier caso, ni de lejos basta.
Esas empresas piensan ya en bajar la cortina. La gran mayoría terminará por hacerlo. Mientras, el Presidente, aislado en su patio, habla ante nadie de gloria y de grandeza y de triunfo y de felicidad, se cuenta su historia, llena de ruido y de furia, que nada significa.
Fuera de órbita: Súmense a los damnificados la parte de la comunidad creativa que contaba con los apoyos del Fonca, cuya desaparición inminente está en la mesa.