No, México no está bien.
No, México no es más justo, ni más seguro, ni más próspero.
No hace falta ser muy inteligente para darnos cuenta de eso si vivimos aquí, en cualquier parte del territorio mexicano.
Pueden dar mil tarjetas y repartir dinero al por mayor para afianzar votos que les den poder y acceso a dinero que al ser de todos se vuelve de nadie y por ende inauditable. Estamos a merced de la honorabilidad de los gobernantes y de los sistemas anticorrupción que son el único candado cuando no están legislados a la medida.
Y es que el mitómano llega un punto en donde se cree sus propias mentiras y entonces al creer que lo que dice, ve o hace es real espera que todos los demás también las creamos.
Lo que está pasando en el país es grave, es triste, reparable sí, pero va a llevar tiempo.
Se destruye en días, se construye en años.
México no está bien, duele aceptarlo, pero es la realidad. Desde lo local y lo estatal se pueden hacer esfuerzos para mejorar, pero sin una política pública de Estado se vuelve demasiado complicado luchar contra corriente (aunque no imposible para que no lo usen de pretexto los gobernantes que se deslindan “por no tocarles a ellos”).
Ya lo sabemos nosotros y ya lo sabe el mundo, nada que esconder. La forma en que se está normalizando la violencia por los gobernantes y a veces hasta por la gente, es indignante.
Así que por favor, no nos volvamos mitómanos queriendo ver una realidad que no existe. Las cosas en México no van bien y punto. Y no, los gobiernos locales o de oposición tampoco han sabido dar solución.
La verdadera oposición y alternancia somos las personas, algunas aspirando a puestos públicos que no son los mismos de siempre, por favor no los pierdan de vista. Hasta ahora la clase política nos defraudó y se han defraudado solos teniendo así al país en donde también viven sus hijos.
