Les escribo a las mamás que emprenden. A las Nenis que tienen que vender algo:
LOQUESEA porque si no sus hijos no comen, a las que sienten que se les está yendo la vida criando y que deben ser “productivas” porque criar no es suficiente; a las que tuvieron que dejar la carrera que aman porque les dolía dejar a su bebé solo en guardería o en casa y ahora se sienten culpables por sentirse frustradas.
En estos años de autodescubrimiento he sido todas ellas, sumándole tal vez la de la mujer tan sola y tan perdida que vio el vender algo como un medio para hacer amigas y estar menos sola.
Actualmente casi nunca tengo tiempo de nada.
Diseñé un sistema que me permite tener orden, controlar mi ansiedad y alcanzar mis metas, pero aún siento mucha culpa y por eso sigo yendo a terapia y reflexionando en torno a lo que hago.
Me di cuenta recientemente que moneticé cada placer que tenía en mi vida porque me sentía culpable de destinar tiempo al simple placer, sin generar dinero.
Crecí de una manera increíble logrando poner medios de crecimiento para otras emprendedoras.
Tengo deudas ENORMES que no tenía antes porque, precisamente estoy creciendo y con ello todo crece.
Al menos puedo decir que el negocio en el que empecé me ha generado un autoconocimiento muy grande y que estoy haciendo exactamente lo que quiero hacer y sólo hace falta hacer ajustes, delegar funciones y soltar más culpa para poder avanzar tranquila y firme.
Yo quiero que todas las emprendedoras madres podamos tomarnos un espacio, un respiro para analizar si lo que hacemos nos brinda la posibilidad del placer o, de momento satisface únicamente necesidad de sobreviviencia y, en cualquier caso, encontrar el espacio para disfrutar de nuestra vida, nuestra crianza y nuestros éxitos.
Si puedes soltar lo profesional y disfrutar de criar, hazlo. Criar es un trabajo.
Criar sostiene todos los trabajos y la economía mundial por sí mismo.
Si quieres algo más, ve por ello, no tiene nada de malo delegar un poco la crianza si tu necesidad emocional te pide que ya sea momento de crecer profesional y económicamente.
Dejemos de sentir que tenemos que hacer MÁS. Las mujeres que crían no tienen que hacer más, tienen que poder asir nuevamente la posibilidad de hacer lo que las haga felices.
Asir el placer al criar, al emprender, al buscar sobrevivir (acá entiendo que es casi excluyente una cosa de otra, pero, de nuevo, usemos las grietas), es tan importante y a veces tan mínimo como dormir una siesta en vez de estar ocupada de vender algo cada segundo del día.
El descanso es placer, el reconocimiento real de nuestro esfuerzo es placer.
Que poco a poco haya rendijas de placer en nuestras vidas como acto de revolucionario merecimiento.