Cuando era niña aprendí que mis compañeras me querían muerta a los nueve años: me lo enseñó un anónimo hecho con recortes de revista.
También aprendí que tenía que fingir que me divertía, persiguiendo niñas que huían de mí porque no querían jugar conmigo, a mi maestra le decía que estábamos jugando atrapadas para que no le hablaran a mi mamá.
Cuando era niña era peluda, gorda, negra, no querida, cuatro ojos, pobre.
Desde los siete, que me regalaron Harry Potter (el primer y el segundo libro), me los bebí enteros, sentí que había encontrado algo mío y por primera vez, lo mío era disfrutable: los libros no te hacen sentir poco bienvenida.
Me identificaba con el niño debajo de las escaleras, no querido y no visto.
No fui de las Potterhead que se atrevían a soñar que venían y las rescataban de su realidad y las llevaban a Hogwarts, mi ambiente estaba lleno de violencia, ni siquiera me permitía soñar, pero si me permitía disociarme de la realidad.
Harry Potter me acompañó con cada nuevo libro, esperaba ansiosa el estreno, lo pedía en mi cumpleaños.
No había internet en ese entonces así que realmente no sé ni cómo medía el tiempo porque vivía aislada, primero en ése departamento en la Roma y después en Lerdo, donde nadie más leía libros como yo lo hacía y donde nuevamente, era la no deseada en todas partes.
De adolescente me iba a los cyber a imprimir fanfics, andaba en el foro de Pottermore y leía las historias mal escritas de amor enfermizo de niñas de mi edad; después crecí, me fui, me llevé mis libros a Xalapa y en una de ésas se perdió mi colección de novelas de Harry Potter.
En la vida adulta se me olvidó que ese halo de luz en mi vida me hacía sentir feliz.
Jamás fui una Potterhead con dinero, recuerdo incluso ver al club oficial de Harry Potter en Xalapa y sentir envidia y asombro porque nunca se me había ocurrido desear un atuendo de Harry Potter y mucho menos PERTENECER a algún lado a partir de esta pasión.
Adulta y con crisis ansiosas y suicidas, (sinceramente no recuerdo ni cómo), regresé al fandom, primero en el grupo de un ship, luego en otro, leyendo historias con una madurez literaria asombrosa; así me leí Alianza, Manacled y muchos otros fanfics.
Soy activa en grupos de Facebook de señoras escritoras y lectoras que crecimos con el fandom, leo TODOS los días sobre Harry Potter y son mi compañía durante brotes ansiosos.
Harry Potter ha sido mi luz, mi refugio, la magia al final del túnel y ahora, la magia que tengo, no enfrente, sino rodeándome todo el tiempo con inmensa alegría, placer y merecimiento agradeciendo el tiempo que me regalo para disfrutar del mundo y el amor a la historia que me dio un lugar seguro desde que tenía 7 años.
Ahora entiendo que merezco tener magia en mi vida.