La fiesta de las hogueras, el solsticio de verano, Litha, la llegada del Dios Sol, de las Diosas de la Luz y el inicio de los rituales de petición de lluvias marcan el despertar de las brujas en todas partes del hemisferio.
Sienten, se retuercen con este fuego interno que no saben de donde sale ni como derramarlo, a veces, se inmolan a sí mismas sin descubrir que el fuego es milenario y debe canalizarse en sueños, en rabia, en siembra, en círculos rituales de fuego, en poder puro.
Las hogueras son tanto figurativas como reales: el infierno arde en la tierra.
Las mujeres queman a sus abusadores en las plazas públicas y en los medios virtuales.
Las mujeres marchan juntas o en soledad van y se plantan afuera de la casa de aquél que les arrebató a sus hijos.
Las mujeres gritan, braman, avanzan, aun con los pies pesados, rotos y ajados de tanto caminar sobre los vidrios rotos de la injusticia y la indignidad.
Somos la generación de las hogueras, pero no aquella en donde nos exterminaban con dolo y alegría, ahora nosotras llevamos las antorchas y encendemos las llamas para quemar su violencia, su saña y virulencia.
Al fuego el padre abandonico, que arda mientras agacha la cabeza de vergüenza porque ya no nos quedamos calladas.
Al fuego el violador, las madres ya no lloramos por su culpa, los atacamos por justicia.
Al fuego el acosador, a golpes en el metro hasta que sangre y entienda que no se tolerará ni una mano encima.
Al fuego el infiel, que se llevó lo que un día prometió, comprometiendo la salud emocional de toda una familia
Al fuego el que sólo da “chivo” y deja que la mujer se enfrente sola a la inflación y las necesidades urgentes e inesperadas sola, sin libertad financiera para tomar decisiones, mientras él reserva dinero para sus cervezas, videojuegos y disfrute.
Al fuego el que golpea, escupe, patea, penetra, grita y estira sobre el cuerpo de nuestras amigas, madres, vecinas.
Que nunca mas se le tenga miedo sino rabia.
Y dancemos amigas, alrededor del fuego, como antes, como siempre, sobre la sangre de nuestros enemigos, porque así es como debió ser desde el inicio de los tiempos, antes que nos forzaran a esconder nuestro poder en sus velos, sus templos, sus faldas y sus ollas.
Recuperemos la olla comunitaria, la ternura instintiva, el amor lésbico, la crianza en tribu, los pechos repletos, los vientres sonrientes, la sangre nutricia y las hogueras que cuentan las historias de justicia y de venganza.
Hoy convoco a las brujas del mundo a reunirse conmigo alrededor del fuego, bailemos juntas, lloremos juntas, caminemos a través del fuego, juntas.
