Porque la carga de cuidar es viento.
No debe pesar, que malas madres seriamos si así fuera.
Y mientras el juez le pide 300 a la semana (porque yo debo poner los otros 300) y con 600 si vive un niño, ¿qué hago yo?
No sólo pongo los 300.
Cada peso que gano es para mi hijo.
Cada segundo de mi vida es para mi hijo.
Y si me sobra para irme a pintar el pelo, ME TIENEN QUE CONVENCER, que sí, me lo merezco, que no, nadie se va a enfermar, no, mejor no lo guarde.
Si lo guardo. Siempre lo guardo y me compro un tinte en el supermercado porque en el trabajo ya me dijeron que doy mala imagen a los clientes con “mis pelos de loca”.
Mientras yo soy mamá 24/7 él compro su libertad a costa de la salud de mi hijo y mía.
Si yo no pusiera el cuerpo, el niño ya se nos habría muerto y ellos saben cómo depredadores que son, que no dejaremos que la cría muera.
Lo saben y mientras buscan otra víctima, otra que se quede con 300 no mejor doscientos porque ya tengo otro hijo a la semana.
Harta de que los jueces los defiendan, su familia los respalde y los abuelos se hagan de la vista gorda. Harta de escribir y escribir.
De mis amigas buscando pesos para imprimir pancartas. De mis amigas marchando y rasgándose las gargantas.
Estoy tan harta que hoy no me sale.
Solo les digo hoy a todas esas madres en resistencia que lo están haciendo lo mejor posible y que ojalá encuentren tiempo entre sus cuatro trabajos para meterle una denuncia penal al irresponsable que cree que tener hijos es dejar bendiciones por el mundo, porque nosotras somos quienes las alimentamos, cuidamos y nos cargamos a nosotras mismas a costa de nuestra salud y nuestra vida entera.
Denuncien, si no en las instancias, si en los tendederos, que la vergüenza se la queden ellos, mínimamente, para que carguen algo y no caiga otra tan fácilmente.
